Por Gabriel Andrade
Advertencia: Este texto no tiene carácter médico, no está basado en ningún estudio. Solo representa la experiencia del autor.
El pasado miércoles 10 de octubre se conmemoró el día mundial de la salud mental, lo que me motivó a escribir este texto que ya tenía ganas de realizar desde hace algunas semanas.
El texto está dividido en dos partes: la primera corresponde a la postura del autor respecto a su propia condición mental y la segunda son consejos para sobrellevar la depresión escritos algunos por usuarios de tuiter y otros por el autor. Ambas partes se pueden leer por separado sin perder el sentido.
PRIMERA PARTE.
Un día, mientras estaba en la universidad, decidí que necesitaba más dinero e intenté vender calendarios de los que regalan los negocios a fin de año. Dinero fácil, decían. Entraba a los negocios y hablaba con sus dueños tratando de ser de su agrado para ofrecerles una bonita imagen de Popocatépetl cuidando a su jainita o de algún paisaje colorido con exceso de photoshop y relieve para que las doñitas se claven en la textura. La parte que más me costaba trabajo era sonreír. Siempre he creído que tener una buena actitud es tan cansado como correr: se necesita condición. Me cansé tanto que me empezó a dar angustia. Creí que nunca iba a vender nada. La ansiedad que he padecido toda mi vida se agudizó. Seguí caminando en la calle, pero ya no intentaba vender, no quería tener contacto con ninguna persona. No entendía a dónde iban todos, por qué se movían, por qué habían salido de su cama en la mañana. Ya no quería saber nada de nadie. Lo que hace algunas semanas sonaba como un gran plan para tener un ingreso extra, se estaba convirtiendo en una pesadilla. Caminaba en el centro de Morelia, en medio de los altos edificios coloniales. No quería ver personas, solo quería ver el cielo, caminé un par de cuadras volteando hacia arriba sin bajar la cabeza. No podía cerrar la boca. No era voluntario. Le hablé a mi papá y le pedí que hiciéramos una cita con la doctora.
El diagnóstico:
Transtorno bipolar
Transtorno de ansiedad
Depresión patológica
Taquipsiquía
Según la psiquiatra, el pequeño episodio fue solo un síntoma de una condición más compleja. En mi familia hay muchas personas con enfermedades mentales. Mi vida nunca ha sido fácil. No lo digo en el sentido económico, en ese sentido soy algo privilegiado. Lo digo en el sentido de tomar decisiones, llevarlas a cabo y sentirme satisfecho con ello. Desde que tengo trece años me presiono las uñas todos los días todo el día por ansiedad. Saber que tenía una condición “especial” me llenó de tranquilidad momentánea. Sentí que no era mi culpa, que era culpa de la naturaleza por hacerme así y que esa naturaleza tenía solución médica, así como la tiene la tos o el dolor de panza.
La receta:
Alprazolam y sertralina.
Un día leí que la psiquiatría fue durante años la oveja negra de la medicina, tiene relativamente pocos años siendo considerada una ciencia seria. Hace menos de cien años eran los psiquiatras quienes usaban la lobotomía y la terapia electro convulsiva como métodos para curar trastornos mentales como la ansiedad o la depresión. Eran épocas duras en las que las familias no sabían qué hacer con las mentes diferentes de sus hijos. Esas terapias los dejaban en un estado al menos pacífico. Supongo que era menos complicado ver al familiar tranquilo que diciendo y haciendo cosas raras por todo el vecindario.
Durante el tiempo que tomé alprazolam no le di molestias a nadie, no celé a mi novia, no me mordí ni me presioné las uñas, no tenía pensamientos obsesivos, no me preguntaba a dónde iba la gente en la ciudad, por qué decidían tener trabajos horribles en lugar de quedarse todo el día dormidos en su casa. Pero no era porque hubiera entendido que mi novia me quería y no iba a andar con nadie más, o porque hubiera entendido que las personas trabajan porque sienten el deber de darle lo mejor a sus familias o porque quieren comprarse unos mejores tenis o un mejor carro porque eso los hace sentirse mejor. En realidad yo no había resuelto el problema ¡No existía el problema! No podía plantearme ningún problema complejo. Si mi mente fuera un auto con cinco velocidades con el alprazolam solo podía usar la primera.
La mente es más compleja que una tos o un dolor de panza. No es mi intención desacreditar el trabajo de la psiquiatría, la doctora ha ayudado a varias personas de mi familia a salir de crisis relacionadas con problemas distintos al mío como la esquizofrenia o cuadros obsesivos compulsivos. El asunto es que sentí que era mi mente desde donde construía el mundo y cambiar sus capacidades de alguna manera era cuestionar todo lo que he sido. Hace algunos años un amigo que también padece enfermedades mentales me dijo: “no dejes que nadie te diga que estás enfermo”. Lo dijo como Leónidas hablándole a sus trescientos soldados. Sería irresponsable no mencionar que a ese amigo le fue muy mal y finalmente regresó a la medicina, de por vida. Sin embargo, encontré algo valioso en su idea: si antes creí que era mi naturaleza la que estaba mal y no yo, ahora me estaba planteando respetar mi naturaleza, trabajar desde ahí y asumir las consecuencias.
Sé, por experiencia, que no soy la única persona que ha tomado este camino. No recomiendo a nadie que lo tome, pero si tú también lo tomaste o conoces a alguien que lo ha tomado por la misma razón que yo o por otra distinta, te dejo dos series de recomendaciones. Una es el resultado de una encuesta que realicé desde de mi cuenta de twitter y la otra son aprendizajes personales. Cada recomendación está acompañada de un comentario irresponsable porque no soy médico y porque una de las cosas que me gusta de este camino es que se presta para burlarse mucho de uno mismo.
SEGUNDA PARTE
Como el 30% de la gente que está en tuiter está deprimida, estaba pensando que ¿por qué no citan este tuit mencionando qué hacen para salir de la depresión cuando están en la más obscura de sus valederas de verga?
— vO (@gabolonio) 29 de septiembre de 2018
Publiqué este tuit que recibió 27 respuestas y fue mencionado en 31 ocasiones. Al final obtuve 58 consejos cada uno mencionando varias actividades. Aquí solo mencionaré las 15 que más se repitieron sin ningún orden en particular.
Ejercicio: básicamente se trata de sudar y cansarte para pasar de sentirte como precious a sentirte como rocky después de subir las escaleras embriagado de música motivadora.
Dibujar: no se necesita dibujar como Jack en Titanic para despejar la mente un par de horas. Recomiendo mucho clavarse un chingo en la textura. Acompáñenlo con música.
Leer: el viejo truco por preocuparse por la vida de alguien más durante algún rato
Escribir: obviamente es una de mis herramientas favorita para salir a flote. En mi caso nada se compara con domar una idea salvaje y convertirla en un texto domesticado y obediente sometido al control de la razón. Las ideas sin forma son incontrolables, las ideas estructuradas son tu perra.
Bailar en calzones por toda la casa (de verdad lo pusieron así varias personas): nunca lo he hecho, pero suena bastante bien.
Cantar: hello, it’s me, esa canción que hackeará tu cerebro y te pondrá de buenas.
Limpiar el cuarto: una vez me dijo alguien que así como tienes tus cajones tienes tu cabeza. No estoy diciendo que doblar calcetines solucione todos tus problemas en la vida. Pero es bien difícil estar deprimido en un lugar ordenado y limpio que huele a fabuloso morado.
Trabajar: Goethe dijo alguna vez: “cuando he estado trabajando todo el día, un buen atardecer me sale al encuentro” Spoiler: no tiene nada que ver con los colores del cielo.
Ponerse mascarillas: no sé que sienta la gente que hace eso, de verdad no entiendo a los chavos de hoy, pero dense.
Dormir: es un arma de doble filo porque, si bien es cierto que lo más cercano que tenemos los humanos a la opción de resetearnos es dormir, si dicha actividad se realiza en el día se corre el riesgo de padecer episodios agudos de ansiedad en la noche.
Fumar marihuana: no sé por qué varios usuarios mencionaron esto. No estoy a favor de resolver ningún tipo de situación drogándome. Pero tampoco voy a venir a decirles que se van a ir al infierno. Cada quien.
Llorar: el otro día le dije a mi hermano que la felicidad es como una olla llena de monedas de oro, que tratara de no gastarse toda la felicidad en un solo momento. Hemos personas pobres de felicidad que no tenemos para andarla derrochando todo el día. Tenemos que administrarla y si nos la estamos pasando muy bien, hay que templarnos porque puede que dos horas más tarde andemos como mendigos pidiendo pa’ un taquito de alegría. Creo que la tristeza funciona igual: es un baúl de monedas de oro malignas. Cuando lloramos bien a moco tendido hechos bolita en posición fetal nos acabamos todas las monedas y voilá, fondos insuficientes para seguir valiendo verga en la vida. Después de la tormenta de lágrimas viene la calma. NOTA: aconsejo hacerlo lejos de cualquier ser humano.
Habla con un profesional: habemos personas a las que nos gusta meterle mano al carro cuando se le andan carbonizando las bujías, ya sabemos que no nos va a quedar igual que si llevamos el carro con un mecánico, pero nos gusta llenarnos de grasa y andarle haciendo al engabanado. Si usted no es de esas personas o si sospecha que es algo más grave que unas bujías chamuscadas, por favor lleve su carro al mecánico.
Habla con tu familia: hay ocasiones en las que estamos tan envueltos por el universo digital que se ha construido en internet que olvidamos que antes de nuestro nuevo imperio había un imperio más grande e infinitamente más poderoso llamado vida real. Ese mundo está lleno de sabiduría y está al alcance de una llamada o una visita a nuestros padres, tíos, hermanos mayores, abuelos o cualquier persona mayor de 30 años. Pregúntenles por algo llamado lazos de sangre, es una idea muy bonita.
Ver a tus amigos: ese dulce néctar de los dioses llamado chismear con los amigos.
Ya por último les dejo algunos aprendizajes que he adquirido después de algunos años de estar trepado en esta montaña rusa llamada ser especial.
No romantices tu condición: tener una enfermedad mental no es un accesorio de moda, tal vez hayas visto personajes que te parezcan cool con transtornos mentales. Recuerda que fueron escritos por guionistas cuyo objetivo era vender una historia. No te avergüences de lo que eres pero no exageres pretendiendo ser algo que no eres.
No molestes a los demás: procura mantenerte lo suficientemente fuerte como para no afectar la vida de los demás, si crees que eso no será posible, aléjate respetuosamente mientras pasa tu crisis.
Ten objetivos: es fácil perdernos cuando no sabemos a dónde vamos, cualquier obstáculo puede parecer un muro infranqueable si no tenemos claro qué buscamos del otro lado. Tengan claro qué están haciendo con sus días y por qué lo hacen.
Pregúntale a otras personas cómo se sienten: si sospechas que alguien puede estar pasando por un momento difícil pregúntale cómo se siente. A veces nuestras penas están estrechamente relacionadas con el egoísmo y la mejor manera de romperlo es recordar que el centro del universo está bien pinches lejos de nosotros.
Y finalmente: no te rindas. Me gusta ver el estado de ánimo como si fuera otra especie de clima: a veces hay buen sol y a veces nubes negras con tormenta eléctrica. En ocasiones llueve tanto que parece que no volverá a salir el sol. Pero en toda la historia no ha habido una tormenta tan fuerte que no permita que vuelva a salir el sol. Ponte a salvo y sé paciente. Siempre se van las nubes.