Por Arturo F. Silva
Poco a poco la mesa del café había quedado casi vacía. Rodolfo porque tenía un compromiso, Guille porque tenía que llevar a su esposa no sé a qué lugar, Jorge porque tenía que madrugar, Pilón porque… por lo que fuera, pero a nuestro alrededor solo quedaban los restos de lo que suele ser una reunión de amigos: vasos, botellas, papeles arrugados, algunas monedas.
El camarero se acercó y limpió la mesa y al mismo tiempo nos preguntó si queríamos algo más. Mario me miró y, luego de alzar los hombros dijo Es temprano… ¿nos quedamos un rato más? Y sin esperar respuesta pidió más cervezas y unas papas a la francesa para acompañarlas. El camarero se fue después de haber dejado la mesa impecable y Mario arrancó:
-Qué lástima que no se pueda fumar acá…
No dije nada. Mario, por supuesto, no esperaba que yo dijera nada al respecto, así que siguió: -¿No te parece un poco exagerado este Pilón? Mira que calentarse así por un partido de fútbol… casi se va a las manos con Rodolfo y mira que tipo más tranquilo que el Rodo no vas a encontrar ni aunque busques con lupa.
-Es que le cuesta controlarse al pobre. Con todo es así. Y menos mal que no hablamos de política, sino termina peleándose con todo el mundo.
-Buen tipo, pero un exagerado. Cuando contó que se puso a llorar en la tribuna cuando le metieron el segundo gol casi me atraganto con la cerveza.
Yo sonreí sin decir nada, otra vez. El camarero llegó con las cervezas. Las papas no las trajo.
-¿Tú has llorado alguna vez por la selección? -dijo Mario.
-¿Yo? No, nunca. Ni loco.
-¿Seguro? Ni siquiera lo pensaste. ¿Ni siquiera cuando perdieron la final del mundo contra Alemania con ese penal que no fue penal?
-No, en serio, nunca. Ni por la selección ni por ningún otro deporte. -Me quedé mirando la nada, como uno suele hacer cuando trata de rememorar algo y poco después volví a la mesa- Pues no… la verdad es que no. Por deportistas no. Ahora que lo pienso, ni siquiera cuando murió Borges o Saramago.
Lo único que pensé en ese momento fue «Qué pena, ya no voy a poder conocerlo». Me hubiese gustado cruzar unas palabras con ellos, tal vez tomarme una foto… -Ya que había vuelto a la mesa también volví a la metáfora futbolera y le tiré un centro al área chica ahora que lo veía con la guardia baja- ¿Y vos, alguna vez lloraste por la selección?
-¿Eh… yo? No, no. Tal vez de chico; pero no, no creo. -También Mario se perdió en las alturas pasando velozmente el álbum de fotos personal que todos llevamos encima?- No, no que recuerde; aunque sí que me agarré alguna que otra rabieta de las fuertes, lo reconozco.
-¿Como las de Pilón?
-¡Eh, no, no exageremos! No fue para tanto. Algunos gritos, insultos; cosas así. -Me miró con sorna y yo supuse que ahora iba a devolver la pelota a mi terreno- Así que un tipo duro ¿Eh? Mira que bien, el tipo no llora nunca…
-Yo no dije que no llorara nunca, solo dije que no había llorado por la selección. -Volví a perderme en las alturas y cuando bajé dudé en si debía decir lo que luego dije. El camarero llegó y dejó el plato con las papas en medio de los dos. Cuando se fue, dije- La verdad es que, si lo pienso, las únicas veces que he llorado, ha sido por una mujer.
-Ah, bueno, tenemos un romántico. Se fue Guillermo el Conquistador y me dejaron a Hölderlin.
-La verdad -dije, algo sentenciosamente- es que me avergonzaría menos de que me vieran llorar por una mujer que por la selección de fútbol. -Mario tomó dos papas y las sostuvo frente a sí, después las mojó en la salsa y se las zampó casi sin masticarlas-.
-Sí, no está mal. No está mal. Concedo el punto.
-A lo que apunto es que creo que hay que poner los huevos en la canasta que les corresponden. ¿Vos viste a ese tipo al que graban mientras mira un partido por la televisión? -Mario negó con la cabeza mientras seguía mojando con destreza las papas en la salsa y demás- Lo encontrás en YouTube, donde está todo lo que se ha filmado en la historia. Poné «argentino grita a la televisión por partido de fútbol» o cualquier cosa parecida y te aparece. Resulta que su equipo, River Plate, se fue al descenso. De esto hace ya unos once o doce años. Algo así, no importa.
Pero ver a ese tipo te hace pasar por una serie de sensaciones que van desde la risa a la pena, pasando por la vergüenza ajena. Grita, insulta, da órdenes, vuelve a gritar, rompe cosas… penoso. En un momento alguien, una mujer que no sé si es su hija o su nieta, hasta le trae unas píldoras y un vaso de agua, porque en cualquier momento parece que le va a dar un ataque.
-River Plate es uno de los grandes de Argentina ¿No? Tal vez por eso…
-Sí, pero eso no lo justifica tampoco. A lo que apunto es que el tipo tiene los códigos corridos de lugar. Llegar a eso por un equipo de fútbol, incluso por la selección nacional, es una estupidez. Mirá, me acuerdo de algo que dijo José Pablo Feinmann, un filósofo argentino…
-Estamos con el anecdotario nacionalista a todo dar ¿Eh?
-Y si soy argentino, gil, ¿de dónde querés que saque las anécdotas, de Croacia? -Mario me miró de costado, calculando el alcance de la palabra «gil», e intentando descifrar si era un insulto grave o uno liviano. Por mi tono de voz y por el tono de la conversación en general se dio cuenta de que era lo segundo y me dejó seguir- Al tipo, después de hablar de varias cosas sobre el mundial (creo que era el del 2018) le preguntaron. «¿Y si perdemos?» y él respondió «Y bueno… si perdemos… hay que cog…».
-¿Eso dijo el filósofo? ¿A qué escuela pertenece? Me apunto para un curso intensivo.
-Eso dijo, y en televisión abierta, además. No pasa nada. Pero el punto es que tiene razón; el tipo ese del que te hablé, el que le grita a la televisión y hace berrinches como un chico malcriado, no es un fan ni un apasionado ni nada de eso. Es un idiota, nada más. Pone el énfasis donde no hay que ponerlo. Está bien jugar a apasionarse; dejarse llevar mientras dura el partido. Después… después a lo que vale, a lo serio. La pasión donde corresponde. De lo contrario corrés el riesgo de terminar como ese idiota, gritándole a una pantalla, o como Pilón, casi golpeando a un amigo por culpa de un millonario que erró un tiro libre y que ni siquiera te conoce y al que no le importás absolutamente nada.
-Pues visto así -Mario miraba con tristeza el plato vacío. Las dos últimas papas las había agarrado yo-, algo de razón tienes. Sí, poner la pasión donde corresponde… Me gusta eso.
-¿Viste? Después de todo estamos de acuerdo. Somos dos románticos, che… a la vieja escuela.
-Así parece -dijo Mario mientras con un gesto pedía la cuenta- Cada cosa en su lugar; solo es fútbol. Y si perdemos…
-¿Y si perdemos?
-Pues si perdemos, hay que co… , sí señor.
Pagamos esa última ronda de papas a la francesa y cerveza local y nos levantamos al mismo tiempo.
-Vamos saliendo que me muero por encender un cigarro -dijo Mario, apurando el paso rumbo a la salida mientras desafinaba un Hermoso huipil llevabas, Llorona, que la Virgen te creí…