Decía Janis Joplin en entrevista con Dick Cavett que en el amor se sentía como aquella fábula de la mula y la zanahoria, donde por más cerca que tienes el objeto del deseo, y por más que avanzas para alcanzarlo, sabes que en los hechos esto jamás va a suceder. Creció en Texas y coqueteó con el folk, pero el alma y el corazón de esta mujer eran demasiado libres para soportar un ambiente ranchero y por eso se largó a California, la tierra de las libertades, de las marchas contra la opresión, del movimiento hippie y los bares de blues.
En Janis: Little girl blue, el documental dirigido por Amy Berg, se muestra el lado más íntimo de la llamada Bruja Cósmica, la que literalmente dejó con la boca abierta a los fans que la descubrieron en el Monterey Pop, la que cantaba como negra sin ser negra, la que se obsesionó con ser como Aretha Franklin sin conseguirlo. Considerada como “rara” desde la escuela, Joplin creció con tantas inseguridades que buscaba la aprobación de sus seres queridos a cada paso que daba, enviando cartas a su madre que en el documental son recreadas con la voz de Cat Power.
No estamos ante un documento exhaustivo que nos aclare todo el esplendor de esta fugaz trayectoria de quien murió a los 27 años; nos faltó ver más de sus relaciones con otras mujeres, tal vez un poco de su intensa amistad con Jim Morrison, pero a cambio, la directora nos entrega secretos de una estrella solitaria, la que inventaba amoríos con tipos que a la postre declaran: “solo éramos amigos, nunca hubo nada más”.
La comunión entre Janis y su público era tan mágica que ni ella ni nadie podía hilar las palabras concretas para explicarlo; no lo entendía un conductor de TV y tal vez nadie lo iba a traducir porque esa complicidad no necesita de discursos, es un acto de fe que sucede sin más elementos que la música misma.
A lo largo de 103 minutos Janis ofrece muchos testimonios de quienes la conocieron en distintas etapas, desde sus familiares hasta los músicos con los que se atascó con dosis de heroína, la droga que terminó por sepultarla en una habitación de hotel mientras grababa Pearl. También hay videos de sus apabullantes actuaciones en el ya citado Monterey Pop y en Woodstock, memorias de cuando invitó a que su familia la viera actuar en un bar pero encima de todo eso, existe en el documental un trabajo arduo por encontrar las flaquezas de la estrella, esa fragilidad convertida en canciones desgarradoras donde se pregunta por qué su hombre la ha abandonado, por qué siempre le dicen que la aman, pero necesitan su propio espacio.
