Alberto Aguilera, Adán Luna, Juan Gabriel, Juanga, El Divo de Juárez, fue uno y muchos a la vez, cantante y compositor fiel a sí mismo, se creó a sí mismo para jamás abandonar el personaje con el cual crecimos teniéndolo como una parte intrínseca de nuestro imaginario colectivo, de nuestra galería de personajes que, a veces kitsch, nos dan esa parte de la identidad nacional.
En un país como el nuestro, con una sociedad como la nuestra, donde se le ha rendido un histórico culto al macho mexicano, ese ser bragado que puede ser amigo de los amigos, seductor con las damas e implacable con el enemigo que esgrime una ofensa, es curioso que un personaje como Juan Gabriel alcanzara el impacto que tuvo desde la década de los 70, y sólo él ha logrado esa hazaña: ser quien es pese a todo, nos guste o no. Quizá podríamos pensar en Chavela Vargas, cuya preferencia sexual era conocida, pero es distinto el caso porque la costarricense de nacimiento e hija adoptiva de México se forjó una personalidad bravía, que bien podía seducir a una pintora que irse de parranda con papá José Alfredo.
Pero Juanga fue lo contrario y sin embargo le cantó al amor de forma muy mexicana, como lo hizo José Alfredo, hablando de pobreza y resentimiento, pues bien podemos comparar aquello de “yo quiero que te besen otros labios para que me compares hoy como siempre” con la conocida “sobre aviso no hay engaño y sé muy bien que ya te vas, dile a ese que hoy te ama que para amarte nada más, para eso a él le falta lo que yo tengo de más”. El mismo sentimiento, las mismas ganas de ser comparado y salir victorioso de la comparación, sólo diferentes formas de cantarlo.
Más arriba hablaba de Juan Gabriel como alguien que siempre fue quien fue pese a todo y pese a las convenciones morales de un México machista, homofóbico y misógino, y por eso por doquier podemos ver a hombres muy hombres cantando sus canciones, tan es así que entre sus muchos duetos, a últimas fechas pudimos escuchar al único arquetipo de charro mexicano que queda, Vicente Fernández, o al machista Julión Álvarez cantar a dúo con El Divo de Juárez.
Por esa versatilidad, por ese genio creativo para componer y buscar siempre el arreglo musical más adecuado, logró mantenerse vigente trascendiendo generaciones y géneros, pues de un arreglo muy ranchero como en La diferencia podemos perfectamente pasar a un sonido cargado de soul como el de Querida, la que, he de decirlo, es la canción con la cual me quedo de Juan Gabriel. Y tan hizo lo que quiso en la música que en más de una ocasión puso a cantar y bailar a un a veces acartonado Palacio de Bellas Artes, recinto de lo más selecto del arte y la cultura en México, osadía que muchos vieron como un triunfo del aparato mediático de Televisa, y que sin embargo, resulta sumamente agradable pues en ese foro, que a muchos quedaría inmenso, Juan Gabriel derrochó talento y producción hasta apropiárselo.
Pero además, con una carrera tan sólida y sin jamás traicionarse a sí mismo, le valió todo lo que se dijera de él al hacer el cover de Have you ever seen the rain, al que tituló Gracias al Sol, que aunque en el arreglo conserva la esencia que le imprimió Credence, Juan Gabriel la convierte totalmente en otra canción, y déjeme decirle, sin miedo a que me caiga la policía musical, que suena bastante agradable, tanto que incluso la pondría en mi carro, y mire usted que para manejar sí soy bastante delicadito a la hora de poner música.
En fin, en cualquier cantidad de medios impresos y digitales usted podrá encontrar datos biográficos, anécdotas y demás, por eso quise omitir toda esa información, que no deja de ser interesante, y porque además no me quise ver como un Juangaliver instantáneo, porque no soy su fan, sólo reconocer que todos, nos guste o no, conocemos sus canciones, y quizá hasta inconscientemente conocemos la letras. Y como bien cabeceó Francisco Valenzuela su nota alusiva a El Divo de Juárez: Juan Gabriel es de todos. Salud al ritmo de Querida.