La infancia es una de las etapas más retratadas en el cine fantástico. Es una edad en la que cada día es un descubrimiento sensorial y afectivo, también es un momento en la vida en donde apenas se van creando los mecanismos de control de las emociones, por lo que éstas suelen mostrarse con mayor intensidad.
En Juegos inocentes (De uskyldige, 2021), el director y guionista noruego Eskil Vogt nos lleva al universo infantil, ese que está lejos de la mirada de los adultos, para para descubrir la manera en que se tejen las relaciones entre un grupo de infantes de un solitario complejo de departamentos. La cinta se estrenó hace un par de años en la sección Un certain regard de Cannes y por estas fechas llega a la cartelera local gracias a la distribuidora Caníbal.
Todo comienza cuando las hermanas Ida y Anna se mudan a un complejo habitacional rodeado de un frondoso bosque. Cuestiones de trabajo del padre y el autismo de la hermana mayor son temas determinantes para esta familia. En su nuevo hogar, las niñas traban amistad con dos residentes, Ben y Aisha.
Pronto descubren que son poseedores de extrañas capacidades sobrenaturales y al poco tiempo empiezan a experimentar y divertirse con ellas. Pero cuando viejos rencores aparecen, lo que antes eran inocentes travesuras se convierten en juegos que ponen en riesgo la vida de todos los involucrados.
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En los primeros instantes de la película el director nos muestra el descontento de Ida, quien se siente desplazada ante las necesidades de su hermana. La niña demuestra su frustración con una serie de pequeñas travesuras: pellizca a su hermana y escupe por la ventana del nuevo departamento. Encuentra en Ben a un compañero de diabluras, pero el resentimiento del chico es de tal magnitud que sus juegos escalan a elevados niveles de violencia.
Llama la atención que buena parte de la exhibición paranormal de los infantes no se realiza en presencia de los adultos y cuando eso sucede no son conscientes de ello. Es como si el mundo de los niños estuviera separado por una barrera invisible del de los mayores. El enorme complejo habitacional, casi desierto por las vacaciones de verano, se convierte en un enorme patio de juegos. El director parece sugerirnos que todo lo que vemos en pantalla es producto de la fértil imaginación de sus jóvenes protagonistas.
Aunque también dirige, Eskil Vogt es muy conocido por su gran experiencia como guionista. De hecho suele trabajar en estrecha colaboración con su compatriota Joachim Trier. La peor persona del mundo (Verdens verste menneske, 2020) y El amor es más fuerte que las bombas (Louder than bombs, 2015), son producto de ese trabajo conjunto. Sin embargo, es Thelma (2017), por su aproximación al género fantástico, la que resulta más cercana a la cinta que nos ocupa.
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Todos los jóvenes personajes padecen diferentes situaciones en casa: problemas familiares, ausencias y desinterés. El vagabundeo por los bosques que rodean al complejo de departamentos y la exhibición de poderes que solo ellos pueden ver, forman parte de este mundo alterno que utilizan para evadir la realidad.
Juegos inocentes no es otra de esas películas sobre niños siniestros y desquiciados, es una mirada al mundo de los niños, con los adultos en segundo plano y en ese sentido es una grata sorpresa, en cambio, quienes esperen ver la típica cinta de terror quedarán decepcionados. Lo único que hay que reprochar es que casi todas las funciones que están actualmente en cartelera están dobladas al español, con lo que se confirma esa lamentable tendencia de distribuidoras y exhibidores a evitar la presentación de las películas en su idioma original.