La penúltima jornada de largometrajes en competencia del Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM), abrió con la ópera prima de Marta Hernaiz Pidal, que lleva por título La caótica vida de Nada Kadic (Kaoticni Zivot Nade Kadic, 2018). La obra, coproducción de México y Bosnia-Herzegovina, no recibió aplausos al término de la función de prensa matutina en buena medida por el estado de letargo que predominaba en la sala.
Aunque la acción (es un decir), se desarrolla totalmente en Europa oriental, particularmente en las naciones de Bosnia-Herzegovina y Montenegro, así como con actores oriundos de la región, la cinta entró en la competencia del FICM debido a que buena parte del equipo de producción y la propia directora son originarios de México.
La joven directora cuenta que estudió durante un par de años una maestría de cine en Bosnia, en la cual estuvo implicado el afamado director húngaro Béla Tarr. Una de las primeras personas a quien conoció en ese país fue Aida Hadzibegovic. Su figura esbelta y su llamativo cabello rojo ondulado, fueron el punto de partida para la creación del personaje Nada Kadic, así como la posterior elaboración de un guion a partir de ella.
Nada, el nombre de la protagonista, en bosnio significa esperanza. Pero es justamente lo que le hace falta al personaje cuando se le descomponen el refrigerador y el auto, cuando por error calza dos botas diferentes, al igual que en el momento en que le niegan una subvención gubernamental para pagar los gastos de la guardería de Hava, su pequeña hija autista.
Aida y Hava son madre e hija en la vida real. Poco antes del rodaje se confirmó el diagnóstico de autismo para la pequeña. Sin embargo, no quisieron buscar a una actriz para interpretar a la niña, sino más bien incluirla y dejar que se expresara libremente. Aunque el tono del filme, tanto por la cercanía con los actores como por su textura de video, se acerca por momentos al documental, la directora asegura que en todo momento quisieron enfatizar su carácter híbrido (documental y ficción), de la obra.
No es una película sobre el autismo, es más bien el seguimiento de una mujer, madre soltera, que ha crecido durante la trágica guerra de los Balcanes, una región en donde no ha sanado por completo las heridas. Solo hay un par de referencias puntuales al conflicto: el discurso de una guía turística frente a un edificio afectado por la metralla y la visita al panteón musulmán en donde reposan los restos de los padres de Nada.
La caótica vida de Nada Kadic es una película pequeña, un intento honesto por parte de un grupo muy reducido de personas que queda en eso. Es muy difícil sobreponerse a sus efectos soporíferos, más aún para quien la ve a las ocho de la mañana. Se podría discutir si tiene calidad de festival, pero después de todo, hemos encontrado algunas producciones verdaderamente terribles a lo largo de las dieciséis ediciones del FICM, así que los parámetros no son muy claros.