Desde el comienzo de Rusia 2018, hemos publicado un intercambio de cartas entre el mexicano Adrián González Camargo y el argentino Roberto Jáuregui. Sus esperanzas mundialistas han sido derribadas, pero su amistad no la destruye ni el mejor delantero del mundo.
Querido Roberto:
La estupidez humana. Así se resumirían páginas, cientos de páginas, cientos de horas de video, miles de tweets, millones de posts en facebook, conversaciones interminables en el transporte público. Creo que por eso aprecio tanto la correspondencia: no podemos usar este medio para contar nimiedades o estupideces. Mira, ya me estoy mirando el ombligo. Qué gran línea cuando dices que «el deporte más popular es mirarse el ombligo». ¿Puedo incorporarla a mi obra de teatro? En fin, espero que no hayamos dicho muchas barbaridades.
Estaba revisando los pósters (¿afiches les llaman en Argentina?) de los mundiales pasados. El primero, de Uruguay 30, mostraba un portero atajando el balón justo en la esquina superior derecha del arco. El póster de este año parece hacerle un guiño a ese primer póster, pero también recuerda a Lev Yashin, «La araña negra», el famoso portero soviético. Hoy los héroes del futbol ya no son como antes, porque los balones pesaban alrededor de .45 kilos hacia finales de los 30, por ahí del 1937 y se fueron haciendo ligeros. Antes, cuando se jugó el Mundial de 1930 no había un balón oficial, entonces eran de cuero e hinchados a pulmón.
Seguro conoces la anécdota que recordaré: Uruguay y Argentina juegan la final en Montevideo, el 30 de Julio del 1930. Juegan con balones distintos, pues no se pusieron de acuerdo con qué balón jugar. La primera mitad la juegan con el balón argentino y la segunda con el balón uruguayo. Uruguay sale campeón. Luego vendría el famoso maracanazo y ya sabemos como Schiaffino y Ghiggia reivindicarían el futbol uruguayo, aquel 16 de Julio de 1950 en Rio de Janeiro. ¿Llegarán a la final, en el 2018, los Uruguayos?
Me llama la atención la palabra «virilidad». Es una palabra que se usa tanto y tan poco. Creo que por eso Game of Thrones ha sido una serie tan popular. Verlos partirse en dos es excitante, pero en la pantalla. Las guerras comerciales, que tanto le gustan a Trump, o las de hackers, son abstractas. Ahí se libran las batallas en el supuesto occidente civilizado. Las mundiales televisada. Siria, África Central, Sudán y otros países no tienen su lugar en las noticias. Lo cierto que es que deberíamos dejarle más esa palabra, «virilidad» a los trabajadores anónimos. Ya te cuento por qué.
Ayer el próximo secretario de Turismo de México anunció que no habrá más obras faraónicas. No sé dónde estaremos en 4 años, pero cuando sea el mundial de Qatar, habrán muerto cientos de migrantes personas por haber construido estadios tan modernos. Ese sistema llamado Kalafa, en donde un contratista se vuelve dueño de otra persona, sigue operando en Qatar. Nepalíes, Paquistaníes, Hindús y otros asiáticos edificaron y seguirán construyendo esos estadios tan modernos, explotados. La estupidez humana, una vez más, Roberto. La crueldad humana. La nada humana. El capital sigue ganando los mundiales. Y casi todo.
¿Te acuerdas, hace 4 años, en Brasil? Había un estadio que hicieron en Manaus y costó 300 millones de dólares. Manaus está en medio de la selva Amazónica. Se jugaron cuatro partidos. Luego se usó en los Olímpicos. ¿Y después? Habrá que ir a Manaus a ver qué se hace ahí ahora. ¿Es nueva la historia del estadio de Manaus? Qué va. ¿Qué tal Fitzcarraldo, la película de Werner Herzog? Un tipo que quiere hacer una ópera en medio de la selva. ¿Para qué, Roberto? Apelo de nuevo a tu precisa y contundente línea, de esa contundencia que necesitaban los delanteros mexicanos y de la que presumió tanto el otrora Ricardo Anaya, ex-candidato presidencial en México: el deporte más popular es mirarse el ombligo.
La construcción de estos monumentos, ¿son ombligos gigantes? Tal vez. ¿Haríamos monumentos de los cuerpos apilados, los que construyeron esas grandes obras? Si es así el progreso, tal vez el futuro abstracto no sea tan malo. Es posible que ver una gran instalación de hologramas o realidad virtual sea más humano hoy día que una pirámide o un coliseo.
Los cuartos de final empiezan hoy y parece que podrían haber combinaciones interesantes en la final. Podría repetirse el Rusia vs. Uruguay. ¿Te imaginas, Onetti contra Dostoyevsky? También podría ser Inglaterra contra Francia. ¿Shakespeare contra Baudelaire? ¿Céline contra Dickens? Los dados están en manos de alguien. Esperemos pacientes. La antepenúltima ronda empieza en unos minutos.
Un abrazo forte,
Adrián
Morelia, 6 de Julio del 2018