Durante la segunda jornada de Largometrajes Mexicanos en competencia del Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM), se presentó Sopladora de hojas (2015), ópera prima del egresado del Centro de Capacitación Cinematográfica, Alejando Iglesias Mendizábal. La comedia adolescente arrancó sinceros aplausos en la casi siempre aletargante función matutina para la prensa.
La premisa de Sopladora de hojas es bastante simple, un grupo adolescentes Lucas, Emilio y Rubén, pierde unas llaves en un parque (que más bien parece un enorme camellón). La cosa, que pudiera parecer un incidente sin mayores repercusiones, detonará una serie de situaciones personales en cada uno de ellos: el enfrentar la fascinación sexual por la vecina del edificio, la salida de una relación abusiva y manipuladora, así como la decisión de encarar a los padres para hablar de una aguda crisis vocacional… todo lo anterior enmarcado por la temprana muerte de un amigo en común.
El guión fue coescrito por el propio director, Alejandro Iglesias y Luis Montalvo, quien además funge como fotógrafo de la cinta. El proyecto germinó hace unos ocho años, a partir de una situación que sucedió cuando uno de los miembros del proyecto extravió unas llaves en un parque. Hablando de esto tiempo después, se les ocurrió que sería un buen punto de partida para contar una historia.
El nombre de Sopladora de hojas, cuyo subtítulo es “Épica cotidiana en nueve capítulos”, hace referencia a aquellas máquinas que a base de chorros de aire barren las hojas y ramas que se desprenden de los árboles. Efectivamente, la cinta está contada en nueve pequeños episodios en los que los amigos se divierten, se pelean y charlan de nimiedades, pero al mismo tiempo, el pretexto del objetivo común (la búsqueda de unas llaves), representa para ellos un punto de inflexión, a la mañana siguiente y sin darse cuenta, algo ya cambió dentro de ellos.
El joven grupo de actores conformado por Alejandro Guerrero, Francisco Rueda y Fabrizio Santini logra crear algunos interesante momentos dramáticos, aunque destacan más bien las situaciones hilarantes, a base de una interacción por momentos muy natural (aunque ciertamente desigual en interpretación), entre los jóvenes protagonistas. En ese sentido el guion es equilibrado, reparte muy bien el peso de las acciones entre los personajes, dándole una solidez inusitada dada su condición de comedia adolescente.
Al respecto, el director comentó: “La premisa es simple, muy sencilla. Había mucho miedo de que quedara en algo frívolo”. Quizás esa fue la razón por la que conseguir el financiamiento para el proyecto no fue una tarea sencilla, ya que en opinión de un miembro del equipo de producción, en México existe una marcada tendencia para apoyar al cine de denuncia.
Sopladora de hojas no es un drama desgarrador, ni exhibe con descaro desesperanza y fatalidad, es una comedia y es en ese terreno donde funciona. Si bien se encuentra lejos de las bobas comedias románticas que a cada tanto nos ofrecen las productoras nacionales, probablemente pudo ser más. Aunque al final es una película ágil, entrañable y divertida… y eso también se agradece.