Liliana Felipe ha sido, con Jesusa Rodríguez, su esposa, una luchadora incansable en materia de respeto a los derechos de la comunidad LGTB, pero también es una artista íntegra e integral que se ha mantenido fuera de los reflectores mediáticos.
Por Jorge A. Amaral
Hay artistas que simplemente quedan como fetiches de ciertos sectores de la comunidad LGTB, como algunas baladistas ochenteras, Lady Gaga, Madonna o incluso la recalcitrante Gloria Trevi; pero hay aquellos que, más que ídolos de una comunidad, se han vuelto luchadores indispensables por el respeto, la inclusión y la no discriminación a un sector históricamente segregado por la ignorancia de quienes los tachan de mil y un “pecados”. Liliana Felipe ha sido, con Jesusa Rodríguez, su esposa, una luchadora incansable en materia de respeto a los derechos de la comunidad LGTB, pero también es una artista íntegra e integral que se ha mantenido fuera de los reflectores mediáticos, aunque incansable en la promoción cultural alternativa montando espectáculos de cabaret y conciertos en su base operaciones ubicada en Coyoacán, ya que desde finales de los 70 adoptó a México como hogar tras exiliarse de Argentina debido a la desaparición forzada y asesinato de su cuñada y hermano a manos del gobierno de aquel país.
Pero su lucha no sólo ha sido en el contexto de las libertades sexuales, ya que su música ha sido tomada como himno en diferentes luchas, tal es el caso de “Nos tienen miedo”, que fue coreada por miles en las protestas de la izquierda mexicana liderada por Andrés Manuel López Obrador, pero también en Honduras, tras el golpe de Estado para derrocar al posible aliado de Hugo Chávez y suplantarlo por un gobernante a modo de Estados Unidos. Durante la última campaña de AMLO, en los altavoces recuerdo que se escuchaba una voz conocida que cantaba una tonada que decía “ay Andrés”, y al poner atención me di cuenta de que sí, era la mismísima Liliana Felipe, y tras investigar supe ella que había escrito la canción ex profeso para esa campaña.
Pero no se caiga en la tentación de encasillar a Liliana Felipe en la música de protesta, se trata más bien, como dijera en una entrevista, de “una licuadora donde entra cierto tipo de información de la música clásica, y bueno, por equises de la vida soy cabaretera, y además soy de izquierda y además soy lesbiana, y de pedo que no soy negra, pero yo no diría que es de protesta, yo diría que es de liberación, de desfachatez, de dejar que cada quien sienta en el culo lo que quiera, y siento que en la música eso está clarísimo, hacemos un arte intangible, si se quiere, es evidente que Mozart cogía bien y es evidente que Wagner no…” (http://www.absentamusical.com). Y es por ello que su espectro musical abarca el jazz, el bolero, el tango, la rumba, el pasodoble, la música árabe, la música ranchera, el danzón y diferentes géneros de la música tradicional argentina, pero también monta obras de teatro y espectáculos de cabaret con Jesusa Rodríguez en foros alternativos, lejos de las becas y los subsidios (tan codiciados hoy en día), si acaso la Beca Guggenheim y el Obie Award, que otorga el periódico neoyorkino Village Voice, sin por ello sentirse marginada por el Estado.
Así pues, estamos ante una artista completa, cuyas letras reflejan la libertad de pensamiento de esta mujer que ha sabido ser congruente entre su discurso y sus hechos, que no ha dejado de explorar a través del arte diferentes formas de decir, denunciar y poner de manifiesto una identidad personal frente a la hipocresía de la doble moral, pero también una identidad política frente a la incompetencia gubernamental y la voracidad del sistema capitalista. Por esto es que vale mucho conocer el trabajo musical y teatral de Liliana Felipe, pues constituirá un encuentro con una de las artistas más completas de México.