Esta semana es muy especial, es quizá la mejor de todas porque será la última de la existencia. A diferencia de las otras, cargadas de trabajo, pendientes y regaños godinezcos, esta semana la gente podrá insultar a su jefe, tirar el café sobre los documentos más importantes e incluso fumar en la oficina sin miedo a nada porque ya no habrá consecuencias qué lamentar.
Y es que pese a las aclaraciones de La NASA, pese a las conferencias de divulgadores científicos como Julieta Fierro, a pesar de que no hay un indicador fehaciente de que a esto se lo vaya a llevar el diablo, mucha gente alrededor del mundo sigue convencida de que los Mayas calcularon que este 21 de diciembre el mundo simplemente se esfumará.
En Estados Unidos hay quien realiza compras de pánico y ha construido bunkers con toda clase de alimentos para sobrevivir, y tampoco faltan los que se preparan con máscaras antigases y machetes, como si le fueran a cortar el cuello a los jinetes del Apocalipsis. No hace mucho, en Rusia hubo estampidas de consumidores en tiendas comerciales, todos ellos alarmados porque un calendario mexicano avizora el fin de nuestra era. A ello hay que añadir la construcción de un edificio de hielo estilo maya en la sureña ciudad de Chelyabinsk y los ataques de depresión y ansiedad en muchas mujeres presas, quienes creen que las llamas llegarán hasta sus celdas.
Los franceses, tan admiradores del surrealismo mexicano, también se están paniqueando con el 21 de diciembre, por lo que su gobierno ha tomado medidas extremas, tales como cerrar lo accesos a la montaña Bugarach para el próximo viernes.
Algunos asiáticos también miran con temor el futuro próximo. Hay un chino que incluso ha construido una especie de arca inspirada en el churro cinematográfico 2012. Sin que aún la termine del todo, Lu Zhenghai ya se gastó 160 mil dólares, más de dos millones de pesos. Y no se trata de cualquier cosechador de arroz, sino de un graduado en ciencias que sin embargo hace oídos sordos a las reflexiones de los expertos.
En Brasil no se quedan atrás y más de uno cree que no habrá tiempo para organizar el Mundial ni los Juegos Olímpicos. Por lo pronto, el alcalde de San Francisco de Paula, Rio Grande do Sul, llevará a sus gobernados a un refugio que supuestamente estará seguro debido a su distancia con el mar.
Y en México, que parece estar capitalizando muy bien el asunto, las reservaciones para aguardar el 21-D en la región maya han colapsado los sistemas hoteleros, quienes tendrán un lleno asegurado para presenciar la ruina terrestre desde la comodidad de un balcón, o incluso, al pie de una pirámide.
En fin, a lo largo de esta semana les estaremos compartiendo más notas estúpidas sobre las medidas que mucha gente toma como prevención al Fin del Mundo, la hecatombe a la que sólo sobrevivirán las cucarachas y, desde luego, Chabelo.