Este 13 y 15 de enero Morelia y Cherán serán las respectivas sedes de un encuentro entre promotores culturales independientes alrededor del movimiento denominado Cultura Viva Comunitaria, una red latinoamericana que desde hace más de 20 años trabaja para crear y ejecutar estrategias de desarrollo cultural.
Promovida por el Colectivo Molkajete, la reunión tendrá cabida este viernes 13 en punto de las 18:00 horas en el Centro Cultural “La Ventana”, ubicado en Juan José de Lejarza 49, en Morelia.
Entre los invitados están los integrantes de Más Música Menos Balas, organización no gubernamental con sede en Guadalajara cuya misión es promover la paz por medio del trabajo colaborativo y la figura del voluntariado. Una de sus integrantes, Belén Palacios, platicó para nuestros lectores sobre la trayectoria y los objetivos que persigue esta organización.
¿Cómo nació Más música y menos balas?
Las acciones en Guadalajara comenzaron en enero del 2012 . Junto con el apoyo de mi esposo decidimos empezar a involucrarnos más con lo que sucedía en nuestro entorno. Nosotros somos de Argentina, de Ciudad de Córdoba, pero habíamos decidido como familia vivir en Guadalajara y convertirla en nuestra nueva patria.
Primero empezamos a planear qué tipo de proyectos queríamos hacer y con quienes contábamos. Así le dimos forma al Primer Ciclo de Música Itinerante Más Música Menos Balas, para promover la cultura de paz: llevamos realizados desde el 2012 a la actualidad más de 90 conciertos, han participado unas 80 agrupaciones y hemos podido generar sinergias con artistas de países como Argentina, Uruguay, Estados Unidos, Colombia, Nicaragua, Chile y Venezuela. Los llevamos a cabo en diferentes locaciones, desde parques públicos, centro histórico, centros culturales de gobiernos, centros culturales privados, campus universitarios, entornos comunitarios y barriales, etc.
Un año antes en Acapulco una campaña en redes sociales había surgido, desde la que se impulsaba a las personas a trabajar colaborativamente en la difusión de la cultura de paz y la recuperación de espacios públicos afectados por la situación de violencia extrema que vivía el estado de Guerrero. ¿Su lema? “Más música, menos balas”.
Una causa social, una suma de voces, campaña impulsada por el comunicador y promotor cultural Abraham Chavelas, junto a otros creativos, artistas y gestores culturales, todos convencidos al igual que yo, de que nadie debería acostumbrarse al crimen organizado y el miedo.
Se organizaron conciertos y eventos culturales en la ciudad antes considerada un destino paradisíaco. Y “Más música, menos balas” creció y tomó otros rumbos hasta llegar a Jalisco para fortalecerse como mensaje y como acción organizada.
Jalisco y Michoacán comparten un problema: la presencia del narcotráfico en una zona donde incluso hacen frontera. ¿Cómo podría ayudar el trabajo de las asociaciones como la de ustedes a tratar de menguar estos fenómenos de la violencia social?
Siempre hemos trabajado en generar trincheras comunes para fortalecernos primero como organización y luego así con esa energía contagiar y generar sinergias con otras personas o colectivas.
Creemos que el arte, la cultura, y la educación son medios fundamentales para la inclusión y la generación de nuevos tejidos sociales que puedan resistir a los procesos empobrecedores actuales o a la gentrificación por ejemplo. Organizaciones como la nuestra permiten construir un espacio donde las ideas, los proyectos, las circunstancias, los objetivos, se vuelven material común de creación colectiva , logramos entre todos generar una plataforma que impulsa a los creativos, los beneficia, los relaciona y otras veces somos un puente mediador entre los contextos y los proyectos, por ejemplo en los proyectos más de base comunitaria, donde a veces somos asesores, otras mentores, otras organizadores y otras un eslabón más del proceso. Son los jóvenes en mayor medida quienes hacen todo este acontecer que menciono, son ellos con quienes detonamos las sinergias y por ellos que mucho de los proyectos se vuelven posible.
Mientras los jóvenes están participando, pensando, divirtiéndose, reflexionando, conviviendo sanamente, mientras los jóvenes tengan acceso a la cultura, mientras tengan la chance de desarrollar su potencial en lo que les apasiona, menos oportunidad tendrá la delincuencia organizada de atraer a ese joven hacia el delito. Las organizaciones como la nuestra impulsan a los jóvenes a desarrollar sus talentos y a compartir. Apostamos como ciudadanos, construyendo futuro hoy. Apoyando a los jóvenes.
El narcotráfico se puede combatir desde diferentes ángulos, el social es solo uno; seguirá siendo importante que las luchas sociales sean acompañadas de políticas públicas que favorezcan el debilitamiento de estas organizaciones que generan violencia y para eso debe haber una voluntad política para lograrlo.
La cultura y el arte son caminos para integrar a la sociedad, ¿pero qué pasa cuando por un lado los gobiernos no destinan recursos bien enfocados a este rubro y por el otro a mucha gente no le interesan los libros, las artes plásticas, las artes visuales? ¿Es esa la labor de ONGs como la de ustedes: luchar contra esa corriente?
La apatía social y la falta de sensibilidad hacia lo que le sucede «al otro» es un mal actual y creo que debe entenderse como un resultado de los discursos que se vienen imponiendo, desde los medios, desde los mercados y el consumo, desde el momento en que las prioridades de la sociedad cambian. México tiene el 46 por ciento de la población en estado de pobreza o por debajo del índice, según el Informe de ONU Pobreza México 2016. El salario mínimo está por debajo de la línea de pobreza; imagínate que para muchas personas se les hace difícil pensar a veces en ir al teatro o al cine, simplemente no tienen acceso, o no pueden o no creen poder costearlo. Es ahí donde la cultura comunitaria hace su magia y el acceso se vuelve posible, por ejemplo con un museo a la memoria del barrio, con un festival de cine en el parque del barrio, con un concierto de ballet en la explanada de la iglesia de la colonia. Logramos que la cultura se conciba de » abajo hacia arriba».
Yo no creo que haya persona que no guste de alguna expresión artística, por ejemplo la música, no sé, no conozco a nadie a quien no le guste la música… pueden gustarle diferentes estilos o géneros musicales. Hay que trabajar en generar nuevos públicos, es otra manera de fortalecer el consumo cultural.
Nosotros en la ONG Más Música Menos Balas Guadalajara empezamos desde el discurso, no luchamos en contra de la violencia para promover la paz, tratamos de ver la realidad como un campo de oportunidad donde se requiere, urge, ser modificado ante los embates de la violencia, entonces aparecemos y logramos colectivamente consensos que nos permiten mejorar o lograr lo que se propone; el esfuerzo no está en convencer a la gente como por ejemplo hace la religión, nosotros ponemos nuestro esfuerzo en que la gente piense y participe en torno a una motivación, un bien común.
Los presupuestos oficiales no llegan casi nunca donde más se necesita, es por ello que una manera «siempre posible», de «hacerlo posible» será desde lo colectivo y en la autogestión, en eso nosotros nos hemos hecho fuertes estos años, y nunca vemos al recurso financiero como una limitante, es un desafío más dentro de cada proyecto y se trabaja por conseguirlo, sin desgastar la energía y concentrados en los objetivos comunes.
Dice una canción de Gustavo Cerati, «si esperamos juntos, mareas altas bajarán… quién sabe cuánto habrá que remar…»
Ante crisis impuestas por gobiernos ineficientes debemos estar juntos como sociedad para proponer y exigir a nuestros mandatarios el acceso por ejemplo a la educación y a la cultura, que son, ni más ni menos que derechos humanos.
En un panorama como el que vivimos en México, con crisis económicas recurrentes y panoramas a futuro poco optimistas, ¿qué tan difícil es dedicarse al emprendimiento cultural?
Es difícil pero por demás necesario, más difícil aun para quienes promueven la paz en uno de los países más violentos del mundo. Creo que a quienes se dedican a promover cultura y a defender los derechos culturales de los pueblos, los moviliza una enorme responsabilidad social y civil que es casi una militancia. Ante panoramas poco optimistas se revelan las redes colaborativas como una forma de salir adelante y en los emprendimientos culturales, tejer estas redes muchas veces se vuelve indispensable.