Continúa la avanzada regia en la sección de largometrajes mexicanos del 17 FICM. Ahora fue el turno a Muerte al verano (2019), ópera prima del oriundo de Monterrey, Sebastián Padilla. Con su presentación en Morelia, la película inicia su recorrido promocional antes de su estreno comercial programado para el año entrante.
Dante lidera una banda adolescente de death metal. Ante la ausencia definitiva del progenitor, su familia queda conformada por su madre, eternamente ocupada con la venta de calzado por catálogo y un hermano mayor al que casi nunca ve. Ante la promesa de una primera tocada, Dante debe enfrentar una serie de dificultades: la renuncia del vocalista de la banda, el precipitado regreso de su hermano enfermo y la llegada de Lucy, la extrovertida novia del convaleciente, quien en apenas siete días volteará su mundo de cabeza.
Aunque claramente podemos ubicar la historia en la ciudad de Monterrey gracias a los amplios corredores industriales, el clima e incluso algunas comidas. Lo cierto es que en ningún momento se deja en claro a lo largo del metraje, incluso en alguna toma abierta se difumina el famoso contorno del Cerro de la Silla, para hacer un tanto difusa la identificación geográfica. Además, la mayor parte del elenco es originario de la Ciudad de México. Pero tanto el director como el guionista Alexandro Aldrete son regiomontanos y eso ciertamente se refleja en la pantalla.
Resulta curioso que a pesar de tocar el tema de una agrupación metalera, la banda sonora no se ajuste a ese tipo de música. Escuchamos sonidos electrónicos, algo de música alternativa e incluso en una divertida secuencia, una infumable canción de Timbiriche. Solo por unos segundos se deja escuchar el esbozo de lo que parece ser un tema original de la banda imaginaria. La explicación de lo anterior, de acuerdo al propio Sebastián Padilla, es que no quería hacer una parodia ni una simplificación del death metal. Por ello decidió ampliar la base musical de la película para mostrar las diversas tendencias y gustos que de manera menos evidente se escuchan entre los amantes del género.
Siguiendo la tendencia de este FICM, vemos cómo la violencia provocada por el crimen organizado permea en la sociedad. Pero la forma en como el director aborda el tema es particularmente interesante al mostrar a los chicos que van por las calles haciendo caso omiso de los cadáveres tirados en las banquetas. Esta normalización de la violencia es consecuencia de una larga serie de agravios sociales que han vuelto a los habitantes de este país cada vez más insensibles.
Pero lo anterior es solo el telón de fondo. La inseguridad y los intereses musicales son solamente el vehículo de la ilusión y del amor adolescente. Lucía despliega sus encantos como respuesta al coma de su novio y a sus propios problemas familiares. Termina atrayendo las miradas y atenciones de cada uno de los miembros de la banda y como suele ser en estos casos, también termina destruyéndola.
En términos generales es una obra que merecería mayor atención de la que tuvo en su presentación ante la prensa. Es una película divertida, por momentos ingeniosa, interpretada por un sólido ensamble de jóvenes actores. Muerte al verano es una apuesta a la esperanza, al amor real o imaginario que surge en los momentos y lugares menos esperados.
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