Por Roberto Robles Campos
Como no voy a estar pensando en la libertad y en el progreso/ascenso/descenso si estoy impuesto a ver pasar los ómnibus que van rumbo al norte mientras otros bajan.
Casi siempre estamos con una idea más allá en el otro lado del puente o de vacaciones con los tíos. Y si padeces ansiedad o (des)encanto, ¡pues shopping!
Las principales avenidas de esta city son carreteras diseñadas para el flujo comercial entre los EUA, México y América del sur.
Ciudad de tráfico y fayuca. «Lugar de fabricas”. Ciudad plana
Facilita la entrada de divisas al país -que está más abajo- formal e informalmente, y la salida del Producto Interno Bruto favorable al gran capital -¡oh, Marx!, que está por caer bien pronto-.
Hace más fácil el viaje, el vuelo. Puerta de entrada y salida del submundo, del tercer mundo.
Ciudad enlazadora de mundos
Ciudad chamana, extensa
Aquí «es un desierto vivir».
El cielo esta despejado, aquí llueve casi nunca, hay trenes, moyotes, el pinchi calorón sepia y un invierno infernal. Quizás por eso casi no estamos aquí y hacer ciudad se vuelve casi imperceptible, vale madre (poco o mucho, como ustedes quieran). Será que estamos hartos de habitar esta fantasía, la misma fantasía que me orilla a la fiesta del weekend donde acabo con la ultima TKT light de aspiraciones ¡plop! casi siempre al tiempo para luego cometer la fuga a un «aferrafter» e intentar revivir a los últimos muertitos completamente vacíos.
Y es que desde el cielo nos acechan aves de rapiña maldiciendo el próximo corrido y danzando en círculos con la única posibilidad de alcanzar una Humanidad más o menos feliz ya cancelada, muerta de sed. Aquí se acaba el corrido, termina.
Señales de lo que está p(e)orvenir.
No sería raro pensar que la arena del desierto esté hecha con los cuerpos resecos de los viajeros/nómadas ¡que sabían perfectamente que aquí no era un lugar para quedarse! Ni tampoco es gratuito que rarámuri en su significado más profundo sea: «los que avanzan bien, los que marchan adecuadamente, progresando espiritualmente».
Nel, tampoco somos tan hospitalarios como piensan algunos despistados. Será simplemente que tememos a la soledad vasta, fría o caliente, de esta tierra de nadie(n).
Tierra adentro: Un día todas las mujeres se reunirán y decidirán irse…
Foto: Manuel Muñoz Aldama