Si Nylon, Vogue y demás revistas de alta moda están hablando tendenciosamente del normcore, acá en Revés no nos quedamos de lado, porque si no lo han notado, Morelia es la capital del normcorismo antes de la trova, el metal y el hipsterismo.
Por Luis Meza
Fundamentos, análisis y predicciones
Este término se lo acaba de sacar de la manga un despacho de diseño de moda o blog o colectivo o lo que sea llamados K-Hole, el cual define una postura cómoda en la vestimenta y estilo de vida basado en la practicidad, el reciclaje y la carencia de posturas nihilistas ante la sociedad. Digamos que ser normcore es sinónimo de ser una persona sencilla de gustos humildes, sin complicaciones.
Todo moreliano es sencillo y práctico por naturaleza, por esa razón, que el movimiento normcore provenga del movimiento hipster, no podrá tomarse como consecuencia, sino con una visión y devenir aparte, lo que siempre ha caracterizado a nuestros conflictos de interés de modernidad. Desde el metalero que quería matar a golpes al emo por copiarle su estilo para terminar siendo actualmente una versión adulta de éstos; de igual manera veremos al hispter burlarse al principio de los normcores para terminar realizando las mismas actividades. Quién diría que los que una vez huyen y crean una ruptura con la moda, tengan que adaptarse a la asimilación popular de esta.
He tenido la oportunidad en estos años de escuchar puntos de vista externos, llámese paisanos de otros estados o extranjeros, así como de gente que se dedica a la moda y también a la que no le importa nada ésta, coincidiendo todos en una sola cosa: El standard fashion de Morelia es tan bajo como su producto interno bruto. “Morelia no viste bien, míralos, parece que no les gusta tirar su ropa o que se las regala su abuelita” decía una conocida mientras paseábamos por un corredor de Ciudad Universitaria un 2006.
No es un secreto a voces que en esta ciudad al igual que en muchas otras tercermundistas, las tendencias mundiales llegan mucho después en forma de propaganda de marketing y no de movimiento social representativo. Durante los meses siguientes comencé a notar esta transición de moda juvenil cuando varios amigos llegaban a comentar que en su escuela “entraron muchos muy alternativos, así que les gusta el indie rock y el electro” como si fuese algo extraño, y claramente lo era, ya que la mayoría de mis amigos que estudiaban en la UVAQ o en la UNLA tenían que acostumbrarse a ver a compañeras que gustaban de ir de faldita, cabello planchado y enamorarse con las canciones de Sin Bandera a todo volumen en su Nissan Bora que sus papás pagaban en el banco. Lo que no sabían es que Pull&Bear ya se les había adelantado y empezó a venderles ropa de cuadros y lentes de pasta a esa generación que todavía no descubría el último grito de moda de la Condesa.
De pronto, mientras lugares como bar Limbo y el festival La Yoshokura lograban ser referentes por un momento de la cultura nocturna alternativa, el término “Hispter” comenzó a rondar en redes sociales morelianas como una referencia que mucha gente no entendía o desconocía, simplemente un hipster era calificado como tal por tener gustos diferentes a la del ciudadano mexicano promedio. Para el año 2011 el hipsterismo ya contaba con referencias más sólidas y con una iconografía como la conocemos actualmente, logrando consolidarse como una etiqueta más de las tribus urbanas.
Los hipsters morelianos comenzaron como la antítesis del chavo que gusta del Che Guevara en sus ropas, asistir a conciertos del Panteón Rococó y fumar mariguana en la calle; a ser parte de los círculos sociales que ellos mismos repudiaron, donde se saborea mezcal, cerveza artesanal, escuchar cumbia electrónica e ir a festivales patrocinados por empresas que ellos mismos denunciaron en las calles siendo parte del #YoSoy132.
Ese revoltijo de tendencias, desasosiego y conformismo por la identidad para un cierto reconocimiento social provienen de la necesidad de regresar a épocas pasadas reforzando lo que versa el dicho “Más vale malo conocido que bueno por conocer”, pues creemos que nuestra capacidad de transformar nuestra realidad es como si tuviésemos un cierto estoicismo conceptual bajo, simple y conformista como el de un anarquista detrás de su computadora Apple.
Entonces, si el hipster ya se enfadó de sí mismo porque sus tendencias y filosofía de vida entraron a cotizarse en la bolsa de valores tan rápido logrando ser un calificativo de clase económica y social, y no de crecimiento, por así decirlo, espiritual; estamos hablando de una hermosa Sucesión de Fibonacci de nuevas tendencias reforzadas en contradicciones hedonistas, en la que al final de cuentas, cualquiera será clasificado como banal por ser simplemente un aburrido, en lugar de ser considerado un idiota.
No importa que le llames Normcore y que sea el pretexto de verte trendy frente a tus amigos, esta subcultura estará alimentando el movimiento cíclico y normal de regresión y nostalgia enfatizado en los años noventas, años en los cuales sufrimos terribles crisis que transformaron nuestra identidad juvenil que repudiaba la banalidad ochentera llena de colores y geometría (¿Te suena? Claro, está en toda la ropa de hoy en día) a proclamarse como la generación X; vistiendo franelas desgastadas, jeans rotos y la carencia de shampoo anticaspa (¿Te suena algo del normcore?).
Entonces, si el grunge y la generación X pasaron después a ser un standard en los centros comerciales, el normcore pasará de igual manera a ser parte de la cultura pop transformando el mercado global y por obviedad, el local.
Por esa razón me atrevo cínicamente a presentar unas visiones basadas en cálculos muy serios mientras trataba de impresionar a alguien en las Rosas para que viera que me gusta escribir mucho:
PREDICCIONES NORMCORISTAS DE MORELIA PARA EL 2020
- Los socios de Altozano verán la posibilidad de instalar una tienda Milano para aprovechar este auge por lo común y corriente.
- C&A pasará a subir de prestigio, digamos que podrá ser comparable a lo que ahora es American Apparel.
- La revista PAUSE tendrá secciones como “Los mejores churros de la ciudad” en donde hablarán de los mejores lugares en donde se pueden conseguir uno de los alimentos de la canasta básica chatarra moreliana.
- Salvador Munguía deja su labor periodística y literaria para formar parte de los nuevos guionistas de La Rosa De Guadalupe.
- El Oxxo de la Avenida Juan Pablo II en Santa María pasará a ser lugar de reunión de negocios sustituyendo al famoso Starbucks de Enrique Ramírez.
- Una tienda Waldos, un Extra y una Cueva de Chucho será el servicio gastronómico del Tec de Monterrey.
- Dejar la bicicleta para usar la combi será la moda, recuerda que el Normcore no tiene tiempo ni interés en comprar desodorantes caros.
- Las fiestas del Sistema Paco serán mas chic que las de Green House.
- Al Bar Doña Herme le quitarán el piso para dejar la pura tierra, para conservar el estilo honesto y servicial que siempre caracterizó al lugar.
- El bar Cactux será comprado por la cadena Wallmart para que sustituya a los aburridísimos restaurantes de El Portón.
- La bienal de arte que se celebraba en el MACAZ, será cambiada al Bar El Juguete, el cual estará instalado en lo que actualmente se le conoce como la vieja central.
- El Jardín de las Rosas dejará de ser visitado por jóvenes para tener solo clientes viejos, que escucharán música para propios como Caifanes y Maná.
- El Bar Mukai tendrá sus instalaciones donde actualmente es el Grand Hotel, conservando los precios de éste último.
- Los jóvenes tendrán juegos como “Zape por cada tatuado con el símbolo de infinito que pase”.
- La Locura 81 tendrá su programa de radio y televisión en el Sistema.
- Omega Vázquez será electa presidenta municipal en una fuerte contienda electoral que superará por 0.5% de votos a Francisco Valenzuela.
- Christian Verduzco, afamado periodista, dejará los micrófonos y plumas para sentarse en el directivo de La Z Salvajemente Grupera.
- Habrá playeras de serigrafía barata con imágenes del Dr. Mireles en arte pop.
- A los integrantes de Stereoadicta les volverá a salir acné y ganas de grabar un disco, recuperando el número de fans como tuvieron en aquellos principios de los dosmiles.
- El Festival La Yoshokura será reseñado por la revista Vice como uno de los festivales mas cool, ya que el desenfado por tener el mismo line up año con año caracteriza muy bien la filosofía normcorista.
- Los desfiles de moda de Modstil y Dicormo serán presentados en el mercado popular y de intercambio El Audi cada domingo.
- La gente que trabaja en el famoso ClusterTIM de Tres Marías empezará a vestirse como si trabajaran en alguna oficina del DIF.
- Los alumnos egresados de la UVAQ que trabajen para Changoonga punto com serán considerados como exitosos y saldrá su foto en los anuncios de las paradas de combis.
- Invitar en plan de cita a una chica llevándola a ver el torito de petate de cualquier barrio será una fórmula de éxito.
- Cinépolis le roba la idea de cines económicos a Jeudi 27, logrando su segundo aire dentro de la bolsa mexicana de valores.
- La banda Deer Murray tendrá featurings con Melissa Plancarte (y cantadas en inglés).
- Las Carpas Pacheco será promovido por las autoridades ante la UNESCO para que sea patrimonio cultural.
- Ir a Bubbles será reemplazado por ir a comprar el clásico hielito que venden afuera de las primarias.
¿A poco no suena un poco más divertido este panorama?
Así que morelianos: empiecen a normcorear, que no sabemos si ahora sí nos pela la escena trendy nacional y por fin este gusto cultural de intercambiar nuestras necesidades por medio del mercado (el audi) nos tenga por considerados como los creadores del famoso Normcore.