En días recientes el periódico Cambio de Michoacán publicó una nota en la que el escritor Rafael Calderón realiza algunos señalamientos respecto a la labor editorial de Omar Arriaga Garcés, director de la revista El Ornitorrinco Literario y columnista de este espacio electrónico. Lo llama vanidoso, mal lector y poco prolífico, entre otras linduras, y lo conmina a unirse con otros editores para que juntos publiquen una sola revista.
Omar ya le contestó en el mismo diario a través de una carta resumida, pero como en Revés no hay bronca por los espacios, les compartimos la respuesta ampliada, con lujo de detalles.
Lic. Vicente Godínez Zapién
Director General de Cambio de Michoacán
Me dirijo a usted no en calidad de colaborador de este eminente medio informativo, sino como agraviado por la incorrección de una nota publicada ayer, domingo 14 de agosto, que suscribe la reportera Ivonne Monreal Vázquez bajo el título “Revistas literarias, de lo efímero y lo que permanece”, donde el C. Rafael Calderón pone en duda tanto la ética de la publicación que me honro en dirigir, El ornitorrinco literario, como la mía propia, al acusarme abiertamente y sin ninguna prueba que avale su testimonio de haber reproducido una traducción de José Emilio Pacheco, signándola como propia.
En principio, me alegra la pasión y controversia que desde hace seis años El ornitorrinco literario ha generado, pues establecer un diálogo con el público lector es, sin duda, objetivo primordial de una publicación literaria, recibiendo loas o vilipendios, según sea el caso, pero ganando a pulso un lugar dentro de la cultura del estado, por más que el inciso bajo el que aparecen dichas declaraciones sea el de “En el territorio del olvido”, donde, curiosamente, también se alude a El centavo, la Revista de la Universidad de México y Vuelta, revistas con las que no me atrevería a hacer una comparación.
Si bien, es causa de regocijo suscitar el diálogo literario, debe señalarse que las declaraciones del C. Calderón son falsas y dolosas, y que en un medio como el literario, donde el capital cultural se construye en base a trabajo y esfuerzo continuo (ya que no se obtiene otra retribución en forma de dinero, fama o poder), éstas poseen un carácter inadmisible. Por ello, en contra de mi postura personal de no intervenir en querellas dialécticas que no llevan a ninguna parte, me veo en la obligación de contradecir las palabras del antes aludido en cuatro puntos fundamentales:
1) Desconozco la traducción de “Correspondencias” de José Emilio Pacheco, y me asombra que el C. Rafael Calderón mencione que tal poema ha aparecido en El ornitorrinco literario, lo cual es totalmente falso. Cierto que quien suscribe esta carta ha hecho algunas versiones de poesía inglesa, italiana y francesa; como de Las quimeras, de Gérard de Nerval, Iluminaciones, de Arthur Rimbaud, Las flores del mal, de Charles Baudelaire o El cementerio marino, de Paul Valéry, en la última tradición poética; no obstante, el único poema de Baudelaire que se ha editado en El ornitorrinco, consultando las ediciones de Nydia Lamarque (Losada), la bilingüe de Alain Verjat y Luis Martínez Merlo (Cátedra) y la de Tomás Méndez Herrera (Edimat), pero no de Pacheco, ha sido “El hombre y el mar”, nunca “Correspondencias”, por lo que su acusación se basa en una falsa apreciación y es totalmente irresponsable que quiera calumniarnos con tal argumento.
2) Aunque el C. Calderón compare la revista que preside, Palabra poesía, con una de las más trascendentales publicaciones literarias en la historia de Michoacán, estoy hablando de La espiga y el laurel, El ornitorrinco literario no ha pretendido jamás dictar cátedra ni ostentarse como administradora del canon literario michoacano; antes bien, ha nacido por la falta de pluralidad y la carencia de publicaciones y suplementos culturales en la entidad y, pese al poco o nulo apoyo recibido por las instancias competentes, se ha mantenido todo este tiempo contra viento y marea, como lo hicieran en su momento otras importantes revistas que no se nombran en la nota, Pandora o Diturna, por poner dos ejemplos; por lo que las declaraciones vertidas por el C. Calderón sobre desaparecer revistas culturales en aras de fusionarlas, aparte de insustanciales y descontextualizadas, exponen una postura moralista, retrógrada y banalizan los alcances del trabajo cultural emprendido por los jóvenes y no tan jóvenes (cito), en un escenario en el que exactamente no sobran las publicaciones culturales. En tal caso, lo invito a que desarticule su esfuerzo editorial y se una a otras publicaciones con el ánimo de hacer una sola revista.
3) En referencia a “grupitos” que se juntan, me permito indicar que todas las empresas culturales son producto del esfuerzo colectivo, no se conocen revistas ni periódicos detrás de los cuales no haya un equipo de gente trabajando, ya que no puede una sola persona ni hacer todo el trabajo ni acaparar el crédito (a menos que uno fuese Anton Chéjov y tuviera un talento inagotable y una sintaxis sin el más ínfimo error). Asimismo, hago patente que El ornitorrinco literario no es una asociación civil ni ha querido “acaparar premios”; toda vez que, aparte de que las asociaciones civiles no tienen la finalidad de acaparar premios, que yo sepa, nuestra publicación nunca ha aspirado a ninguno, pues la independencia económica había sido una de sus premisas básicas de inicio, siendo don Urso Silva quien sufragó los cuatro primeros números.
4) Finalmente, en lo tocante a mi propia persona, el C. Calderón me describe como un pésimo lector que no publica, sin haber cruzado palabra más de tres veces conmigo y sin haber visitado, por supuesto, mi casa, como para que pudiera acceder a los libros que leo; pues, de otro modo, dudo mucho que una persona con tal redacción pudiese reconocer en la sintaxis de otro, influencias literarias (como es el caso de la vergonzosa imputación que me hace de una versión de Pacheco); y debo disentir en cuanto a lo de las publicaciones, ya que desde 2004 publiqué más de treinta textos en el semanario de cultura Acento, hasta su fecha de desaparición; siendo columnista, además, del periódico El Sol de Morelia, colaborador de Letras de Cambio; y, al día de hoy, de la revista Revés on line, la página de Cultura, política y turismo, La Huesuda, y del mismo periódico que tiene entre sus manos. Pero como los elogios en boca propia son en realidad injurias, y como uno no puede hablar del propio trabajo que realiza sin injuriarse, transcribo las siguientes líneas de Luis Jaime Cortés, ex secretario de Cultura del Estado de Michoacán y director de La Huesuda: “He leído a Omar Arriaga Garcés y he descubierto en él un raro y sutil talento y una cultura laboriosamente construida. Su prosa es fluida y seductora. Es responsable además de varias empresas revistarias y librescas de impecable factura. Es un notable colaborador de la huesuda”.
Me sorprende que con más de quince años en los medios informativos, haciendo gala de tal desinformación, sin conocer la revista en la que supuestamente aparece dicho plagio y sin la versión de los agraviados, la reportera Ivonne Monreal Vázquez se aprestara a publicar las declaraciones sesgadas y calumniosas del C. Rafael Calderón; ya que el equilibrio de las notas informativas es de vital importancia para no ofrecer a los lectores una versión parcializada y poco profesional de los hechos.
Por ello, pido a su excelente medio informativo, publique esta rectificación y exija más profesionalismo y cuidado a sus reporteros, en especial a la susodicha, porque de una falsación de declaraciones, de una nota parcial, puede muchas veces depender el que el público crea estas invenciones que atentan contra la integridad y el prestigio de otros medios de comunicación, autores y personas que laboran gratuitamente y sin ningún otro propósito que el del propio regocijo que el arte y la cultura confieren al alma humana; por supuesto, de la manera más profesional posible. Gracias de antemano.
Atte. Omar Arriaga Garcés