Con todo y lluvia y cientos de personas que vendían los boletos que les sobraron (al precio o por debajo del mismo), este Martes Radiohead ofreció el primero de dos conciertos en la Ciudad de México. Se trató de una velada que sobre todo complació a los fanáticos más aferrados, esos que se saben las rolas más raras, los lados b y también los estrenos más recientes. Aquí la crónica:
Especula y vende
Ocesa y Ticket Master saben hacer grandes negocios. Traen a México a grandes bandas, pero antes de confirmar especulan, como si se tratase de aprendices de George Soros, ese viejo lobo que es rey en las Bolsas de Valores. Los medios se prestan al juego y hacen eco a las frases de “Casi confirmada la visita de…” o “Fuerte rumor de que regresa…” Es una fórmula probada, pues los fanáticos entran en pánico y en cuanto se da a conocer la fecha para vender los boletos el sistema se satura (o eso dicen) y en pocos minutos se agotan las entradas.
Así, la segunda visita de Thom Yorke y compañía en menos de tres años causó revuelo y colapsó el sistema, se decía que el boletaje se había esfumado, pero a pocos días del evento las redes sociales se atascaron con una frase de cinco palabras: “Vendo mis boletos para Radiohead”. ¿Qué pasaba? ¿Pues no que todo mundo moría por ir? Tal vez la crisis, tal vez el martes o quizás el Miercoles. «Vendo mis boletos al precio y sin el cargo ticket master”, posteaban los desesperados y montaban una reventa digital bastante kafkiana: compra caro y vende barato. George Soros, ¡asesóralos!
Oficio: revendedor por una noche
Llegamos al Foro Sol cuando la lluvia caía intermitentemente y yo traía la consigna de adquirir un nuevo talento: revender los boletos de varios amigos que a la mera hora despreciaban una noche con los ingleses. Ingenuamente pensé: “los vendo al precio y listo, saldrán pronto”. Pero pasaron los minutos, siguió cayendo la lluvia y nada. Frente al recinto había decenas como yo, quienes incluso vendían sus boletos a mitad de precio. Por suerte, alguien se acercó y tras varias negociaciones adquirió dos tickets de 700 pesos en 400 cada uno. Pero los de 1,200 (General A) nadie los quería. Adentro del Foro ya tocaba Caribou y Other Lives, afuera, mis amigos me miraban con odio, porque ya les echaba yo a perder parte de la noche.
En fin, nadie quiso ese par de entradas y ya con el tiempo encima entré al foro, no sin antes encontrar a una mujer que cargaba a su bebé: “Tenga estos boletos, señora, ojalá que alguien se los compre”.
De buenas, pero no para principiantes
El concierto de Radiohead no era para principiantes, tampoco para los que hacen una selección de los temas más conocidos o digeribles. Nada de Karma Police, House of Cards, Videotape o No Surprises. Esta vez, Yorke y sus amigos llegaron con rarezas bajo el brazo, temas de su nuevo álbum, un The King of limbs de texturas saturadas y nada comerciales, además de una selección que incluyó The Bends, la placa menos celebrada del quinteto. Quienes estuvieron frente a los músicos debieron quedar extasiados, pues el escenario era una locura visual, disparos directos a la cabeza envueltos en leds inquietantes que casi azotaban contra el cuerpo de los músicos.
Bloom, 15 step, Airbag y Staircase fueron las primeras piezas que ya dejaban claro por dónde iría la cosa: un recorrido hecho para fieles a la causa, para los que en verdad dominan todo el repertorio de la cabeza con radio. No me refiero sólo a los fans de la vieja guardia, sino todo lo contrario, pues recordemos que Staircase ni siquiera aparece en el The King of limbs, sino que de pronto salió como un track suelto grabado en esas mismas sesiones.
Lo mismo ocurriría con The Gloaming, exquisita rola del Hail to the thief que poco se presta a un coro masivo, pero en cambio, es ideal para perderse entre los nubarrones de quien hubiera conseguido meter algún porrillo de contrabando. Por eso el posible viaje continuaba con Morning Mr. Magpie, seguida de otro track casi desconocido: Supercollider, que así cedió el paso a I Might Be Wrong, extraído del Amnesiac.
La selección extraída del In Rainbows, unos de los discos más digeribles de la banda, tocó un Nude que sí reconoció el grueso de la fanaticada, quienes entonces ya se habían despojado de los ridículos impermeables para tapar a la enfadosa lluvia del martes en el DF. También regaló Reckoner, que combinó con Identikit, que se constituía como la tercera canción que solo los malditos seguidores obsesivos conocían, pues se trata de un track más que la banda soltó de manera solitaria. Ahí agarraron carrera para darle más al nuevo disco con Little by Little, Lotus Flower y Feral, alternadas con, eso sí, dos clasicotes: There there y la infaltable Idioteque.
El primer encore fue lo más reconocido, aplaudido y complaciente de la velada, sobre todo por Exit music for a film y Paranoid Android, que se complementaron con Kid A y You and whose army, esa canción que estoy seguro fue compuesta por el hermano extraterrestre de Thom Yorke para que la registrara en el Amnesiac.
Ya para irnos, Radiohead siguió aferrado al The king of limbs y entonó Give Up the Ghost, para darle cerrojo al toquín con Planet Telex y Street Spirit (Fade Out), par de joyas incluidas en The Bends.
Por esta noche, la del Martes, Thom Yorke se hizo un poco humano y hasta habló mucho en español. Se sintió en casa, se le vio alegre y bromista. Es un cuarentón raro que de vez en cuando anda de buenas.
Y es que no se puede andar de malas cuando tienes una banda que se llama Radiohead.
Francisco Valenzuela