Por Tania Chávez
Como fan de los comics puedo decir que me he topado con toda clase de historias y personajes, algunas joyas mejor catalogadas como novelas gráficas, y algunos otros que no van más allá de hacer pasar un buen rato. Nunca he sido fan de las historietas, ni de los superhéroes convencionales, me inclino por aquellos que brillan por su alto grado de “bizarrés” y parecen escritos y dibujados por un lisérgico compulsivo.
Hay tanta variedad que se me hace agua la boca, recuerdo uno de los primeros comics que leí en mi vida, y que en particular fue el que me indujo a escarbar en profundidades mucho más ricas en contenido, de lo que hasta ese entonces había conocido. Me refiero a Tank Girl, uno de los pocos comics que reúnen tan diversos y originales elementos, un referente obligatorio en el underground del comic.
Este comic británico data de 1988, a pesar de tener mucha más fama y resonancia en la década de los 90. Fue inspirado en el movimiento punk, convirtiéndolo en estandarte para todos los alienados sedientos de “revolución” que navegando con la bandera de la anarquía pudieran hacer lo que se les diera la gana sin escatimar en consecuencias. Todo esto se representó en una chica llamada igual que el título del comic. Se trata de un personaje subversivo, anarquista y hedonista, acompañada siempre de su singular crew, conformado por sub girl, jet girl y su “coestelarnoviomarsupialmutante” Booga, además, desde luego, por su tanque de guerra. Todos se meten en embrollos de los que ni Superman saldría vivo, volándole los sesos a cualquier cerdo que cuestione o se interponga en su ideales de libertad, tomando como escenario las llanuras y desiertos de Australia, dándole un toque de por sí ya surrealista.
El comic está lleno de crítica social, humor negro, sexo, consumo de drogas y todo tipo de situaciones extrañas. Es creación de Alan Martin y Jamie Hewlett, pasando después por el lápiz de varios dibujantes, dándole a estos la oportunidad de meter mano en la historia e imprimir un poco de su sello personal, extendiendo su vida hasta nuestro días, lo que en ciertos aspectos no me parece tan bueno, ya que se ha vuelto un tanto disperso en cuanto a continuidad y sentido de la historia. Sin embargo, el peso de los personajes y de todo lo que en un comienzo lo definió es lo que lo rescata.
Tank Girl encarna a una heroína singular, rompe pues con cualquier canon, es por su causa que los adolecentes de aquellos tiempos decidiéramos alejarnos de cualquier sendero luminoso, o de escuchar a Britney Spears y a los Backstreet Boys, para reinventarnos inspirados en esta renegada proscrita desertora del ejército acorazado australiano, sexy punk, drogadicta, alcohólica y sexualmente libre, por eso Tank Girl no se merece más que un nichito en la montaña más alta de mi ropa sucia.