Close Menu
Revés OnlineRevés Online
  • Artes
    • Convocatorias
    • Danza
    • Fotografía
    • Teatro
  • Ciencia y Tecnologia
  • Cine
    • Convocatorias
    • Críticas
    • Festivales
    • Series
  • Ciudad
  • Columnas
    • Letras, libros y relajo
    • Mi gato comerá sandía
    • Mula de seises
    • ¿Ya amaneció?
    • Preferiría no escribir
  • Letras
    • Convocatorias
    • Creación
    • Entrevistas
  • Música
    • Agenda
    • Crónicas
    • Discos
    • Entrevistas
  • Hecho en Michoacán

Boletin

Recibe las últimas noticias de Reves sobre arte, cine, letras y mucho más.

What's Hot

Semana Mi Primera PC en Cyberpuerta

16 mayo, 2025

Pako Eskorbuto, un punk en retiro

15 mayo, 2025

La balada de la isla: cuando el dinero casi compra la integridad

12 mayo, 2025
Facebook X (Twitter) Instagram
sábado, mayo 17
Facebook X (Twitter) Instagram YouTube TikTok
Revés OnlineRevés Online
  • Artes
    • Convocatorias
    • Danza
    • Fotografía
    • Teatro
  • Ciencia y Tecnologia
  • Cine
    • Convocatorias
    • Críticas
    • Festivales
    • Series
  • Ciudad
  • Columnas
    • Letras, libros y relajo
    • Mi gato comerá sandía
    • Mula de seises
    • ¿Ya amaneció?
    • Preferiría no escribir
  • Letras
    • Convocatorias
    • Creación
    • Entrevistas
  • Música
    • Agenda
    • Crónicas
    • Discos
    • Entrevistas
  • Hecho en Michoacán
Revés OnlineRevés Online
Home»Columnas»Un parroquiano en orfandad: se cierra el Café del Conservatorio
Columnas

Un parroquiano en orfandad: se cierra el Café del Conservatorio

Jorge AmaralBy Jorge Amaral23 noviembre, 2018No hay comentarios6 Mins Read
Facebook Twitter LinkedIn Telegram Pinterest Tumblr Reddit Email
Share
Facebook Twitter LinkedIn Pinterest Email

Sería el año 2000 o 2001, no recuerdo bien, pero llegué al Café del Conservatorio huyendo de los precios más elevados de la franquicia moreliana por excelencia. A partir de ese momento, ese lugar enclavado en el Jardín de las Rosas se convertiría en un punto clave de mi vida.

A lo largo de prácticamente 18 años, por el Café de las Rosas he visto desfilar de todo: amistades que se vuelven entrañables, relaciones laborales que ahí se fraguan, retroalimentación para el proceso creativo, relaciones amorosas de amigos que ahí vimos sellarse y que también ahí murieron.

Por estar en ese sitio privilegiado, a ese café ha llegado lo más elevado de las altas manifestaciones culturales que se han originado en Morelia, como el Tirirí (otros lo conocen como el Pipiripau), el Beastie Boy (ese señor que sin decir palabra llega, toca su teclado de juguete, pide propina y se va, dejando entre los parroquianos la interrogante de qué carajos fue lo que tocó), los Camilos (chavos exiliados de alguna rondalla que llegan a cantar los éxitos románticos de moda para gusto y regocijo de la parejas cursis y las púberes doncellas) y toda una fauna de personajes de la ciudad, como los hippies que llegan a vender cualquier cosa, adivinadores, expendedores de toques eléctricos, niños que ofrecen dulces, poetizas que mercan con sus escritos, pedigüeños de toda clase y con todo tipo de males aquejándolos. Todo esto mientras en la mesa se puede definir la calidad de un libro o de plano arreglar todos los problemas sociales y políticos del país.

Por este café han pasado algunos de los más infumables estudiantes del Conservatorio de las Rosas, pero también los alumnos y catedráticos más talentosos de la institución; en sus mesas han estado los poetas y cuentistas más mediocres de Morelia, pero también los lectores más agudos y las plumas más exquisitas de la ciudad. Por el Café del Conservatorio han desfilado artistas y “hartistas”, intelectuales y simples petulantes acompañados de sus grupies, esas que consideran que el talento es una enfermedad venérea de la cual es preciso contagiarse.

Pero también han estado en sus mesas algunos amigos entrañables, esos con quienes una tarde es poco y no alcanza para agotar un tema, porque nunca ha sido nuestro interés dar por terminada una charla, y prefiero no mencionarlos para que no se me pase nadie, pero si leen esto, ellos saben quiénes son.

Y es que el Café del Conservatorio ha sido segunda casa, oficina alterna, espacio para convivir y tener siempre una plática interesante o intrascendente pero siempre amena.

Ahora que el café está por cerrar me pregunto cuántos libros se habrán leído y cuánto se habrá escrito sobre sus mesas, cuántas historias se tejieron ahí, cuántos destinos se entrelazaron y cuántas vidas se bifurcaron. En ese lugar estaba cuando me avisaron de una vacante en un periódico al cual llegué buscando trabajo y salí de ahí con una vocación, en una de esas sillas estaba cuando se concretó la que sería mi primera publicación en una revista colegial, ahí pasaba el rato cuando conocí a maese Valenzuela, gracias a lo cual puedo compartir con ustedes esto por este medio, y así como esa habrá historias incluso más interesantes que la mía.

El último café del Jardín de las Rosas cerrará sus puertas en unos días y duele, porque de esa plaza era el único que aún conservaba el espíritu ya que de unos años para acá, gracias al auge de las promociones de cerveza al dos por uno, el Jardín de las Rosas es la cantina más grande de Morelia, por lo que con el cierre del Café del Cónser se cierra una parte de esa identidad del Centro, pues ya sólo quedarán dos o tres establecimientos donde puede uno sentarse a tomar un buen café sin el bullicio de los adolescentes caza-promos y la música estridente.

Pero bueno, no es gratuito el cierre del establecimiento, los contratos leoninos y el abuso de confianza de una familia son la causa de que por cuestiones legales nuestra parroquia diga adiós, porque hubo quienes se beneficiaron por medio de las omisiones y corruptelas, así que básicamente reciben su merecido. Quizá sea esa la razón por la que, aunque para muchos es un lugar muy querido en la ciudad, sus propietarios nunca han sido santo de nuestra devoción, porque les molestaban las carcajadas, les molestaban nuestros cigarrillos, les molestaba que pidiéramos el refil al que nos tenían acostumbrados, intentaron vendernos el agua en botellitas de plástico, prefirieron que los meseros barrieran colillas de cigarro que poner ceniceros para la clientela y toda una serie de cosas que, sin embargo, no eran obstáculo para estar ahí.

Como anécdota, recuerdo que para un Día de Muertos, la dueña tuvo la excelente y refinada idea de poner una figura alusiva a la fecha. Pobre señora, le dieron gato por liebre porque en lugar de una catrina de Capula le vendieron una efigie de la Santa Muerte de un metro de alto, y claro que eso le ahuyentó a los clientes miembros de ese sector más rancio de la vallisoletanía, usted sabe, buenas conciencias, cristianos ejemplares, gente decente y de alcurnia. Desde la mesa donde estábamos nos desternillamos de risa al ver que una doñita salió persignándose y pidió la cuenta. A la siguiente semana la Niña Blanca ya no estaba, yo creo que la dueña se la llevó a su casa.

Los parroquianos de siempre, los de uno o dos cafés o más al día, siempre estuvimos ahí, a pesar de aquel maestro cubano del Conservatorio cuya hijoputez era imposible de ignorar, a pesar de las divas del Festival Internacional de Cine de Morelia, que sólo llegaban a invadir nuestro espacio.

Hoy, pensando en quienes ya no están y en los que aún siguen, vienen a mi memoria el Vic, Martín, Teo (Lenteo), la Güera, Jorge, Tobe y tantos más que han atendido con una sonrisa a todos los clientes, incluso a nosotros.

En eso pensaba y volteé a ver a Ángel y, como niño que sabe que sus padres se van a divorciar, sólo pude preguntarle: “¿Y ahora, qué va a pasar con nosotros?”.

Share. Facebook Twitter Pinterest LinkedIn Tumblr Email
Jorge Amaral

Morelia, 1980. Melómano, amante de la cocina y poeta rehabilitado. Con grandes dotes para el albur, además es narrador ocasional, cronista y articulista. Anduvo por el rumbo de Filosofía, tuvo un centro botanero, ha sido obrero, carnicero, Godínez, funcionario, grillero y vendedor de micheladas. De oficio periodista, escribe donde se deje. Demasiado joven para vaca sagrada, demasiado viejo para joven promesa.

Related Posts

Expediente Vegetal 19: ¿A qué edad podemos escribir como viejos sin molestar a alguien?

4 mayo, 2025

Cuotas de género en la universidad

30 abril, 2025

Expediente Vegetal 18: las carpetas 1, 2 y 3

27 abril, 2025

Expediente Vegetal 17: Al final, la juventud termina traicionándonos

30 marzo, 2025

Expediente Vegetal 16: “las vueltas gratis” de Saccomanno

19 marzo, 2025

El agravio del golfo y la apropiación de nombres también

23 febrero, 2025
Destacados
Ciencia y Tecnologia

Semana Mi Primera PC en Cyberpuerta

By Staff16 mayo, 2025

Si tienes en mente armar una computadora desde cero, no hay mejor momento que la…

Pako Eskorbuto, un punk en retiro

15 mayo, 2025

La balada de la isla: cuando el dinero casi compra la integridad

12 mayo, 2025

Un cuento de pescadores: el terror no está en lo sobrenatural

8 mayo, 2025
Mantente en Contacto
  • Facebook
  • Twitter
  • Instagram
  • YouTube
  • TikTok
Nuestra Selección

Semana Mi Primera PC en Cyberpuerta

16 mayo, 2025

Pako Eskorbuto, un punk en retiro

15 mayo, 2025

La balada de la isla: cuando el dinero casi compra la integridad

12 mayo, 2025

Un cuento de pescadores: el terror no está en lo sobrenatural

8 mayo, 2025

Suscribete

Recibe las últimas noticias de Reves sobre arte, cine, letras y mucho más.

Demo
Sobre Reves
Sobre Reves

Revés Online es una revista digital de periodismo cultural cuyo objetivo es compartir noticias y opiniones sobre lo que acontece en la cultura y las artes de nuestros días. Fue fundada en 2002 como una publicación impresa mensual, pero en 2011 emigró a la web para alcanzar mayores audiencias y utilizar herramientas multimedia.

Facebook X (Twitter) Instagram YouTube TikTok
Our Picks

Semana Mi Primera PC en Cyberpuerta

16 mayo, 2025

Pako Eskorbuto, un punk en retiro

15 mayo, 2025

La balada de la isla: cuando el dinero casi compra la integridad

12 mayo, 2025

Nuestro Boletin

Recibe las últimas noticias de Reves sobre arte, cine, letras y mucho más.

Type above and press Enter to search. Press Esc to cancel.