FESTIVAL INTERNACIONAL DE CINE DE GUADALAJARA
Francisco Valenzuela
Ha sido Jesucristo y Anticristo, también enemigo del Hombre Araña y compañero de Nemo; su nombre es Willem Dafoe, uno de los actores más versátiles en la actualidad, un tipo de rostro duro que sin embargo es alivianado y para nada intocable, lo que literalmente demostró en su visita al Festival Internacional de Cine de Guadalajara.
En un encuentro con los participantes del Talent Campus, Dafoe se declara más cercano a los teatros de Nueva York que a los estudios de Hollywood, y es que siempre ha sido tímido, introvertido, el callado del grupo. Confiesa que interpretar a personajes malos, a los villanos, no es una obsesión, e incluso, si saca cuentas, ha hecho más encarnaciones de hombres correctos. “Hacer un villano es llevar a la ficción aquello que no harías en la realidad, pero no es simple, es una reflexión muy profunda y muy desgastante”.
Sobrio en cada respuesta, el conocido por los niños como Duende Verde dice que su vida ha sido aburrida, que a los 17 años abandonó los estudios para formar una compañía de teatro y entonces construirse una carrera que sigue dando frutos. “Era joven y no me interesaba el futuro… y no soñaba con ser actor, porque en toda mi vida tan sólo he querido hacer cosas”.
Sus buenas dotes lo han llevado a trabajar con Lars von Trier, Martin Scorsese y Khathryn Bigelow, por mencionar sólo tres directores de culto. También es buen amigo y consejero, como ejemplo comparte el momento en que su manager lo puso en contacto con Von Trier, quien tenía un guión de Anticristo que no lo tenía satisfecho y que finalmente rodó gracias a las buenas vibras del también intérprete de Calles de Fuego.
Es sincero y confiesa que no conoce prácticamente nada del cine mexicano, lo que le impide dar cualquier opinión, pero en cambio aconseja a los estudiantes que utilicen más la imaginación que la técnica, pues él así se la ha llevado.
Practicante de yoga de domingo a viernes, Dafoe se define como un hombre aislado, encerrado en los teatros y visitante intermitente de los estudios cinematográficos. “Estamos en una época rara del cine y yo ando un poco retrasado, pero prometo ponerme al tanto”, promete Willem, y abandona la sala de forma rápida, al intenso ritmo de sus sandalias para regadera.