La tarde del jueves el crítico y periodista de cine Nick Roddick sostuvo una charla con el actor Willem Dafoe, invitado especial del Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM). La conversación tuvo lugar en el Teatro José Rubén Romero, estuvo abierta al público y al finalizar se ofreció una sesión de preguntas y respuestas con las decenas de personas que abarrotaron el lugar. Estuvieron presentes Daniela Michel, directora del FICM, el ex director de la Filmoteca Española, Chema Pardo y la cineasta italiana Giada Colagrande, esposa del homenajeado.
El actor nacido en Wisconsin habló de sus inicios en la actuación, en los que de alguna manera influyó el hecho de haber nacido en el seno de una familia numerosa (fue el sexto de ocho hijos), ya que eso lo obligó a buscar una identidad propia. Estudió durante algunos años arte dramático en su estado natal y luego formó un grupo de teatro. Dafoe aclara que el tipo de teatro que más le gusta no es el clásico sino el experimental, más físico, con una interacción mayor con las luces y los sonidos.
Dafoe cuenta que inició su trabajo en cine cuando una persona fue a verlo en una presentación en Nueva York y lo recomendó para una audición. Su primera película fue en 1980 en el western Heaven’s gate de Michael Cimino, aunque su papel fue eliminado en la edición final, por lo que su debut cinematográfico bien podría considerarse el drama de motociclistas The loveless (1981), codirigido por Kathyn Bigelow.
Habló de algunos de sus papeles más significativos: el sargento Elias en Pelotón (Platoon, 1986) de Oliver Stone, la cual le valió su primera nominación al Oscar como actor de reparto, el personaje de Max Schreck en La sombra del vampiro (Shadow of the vampire, 2000), dirigida por E. Elias Merhige, por la que obtuvo su segunda nominación a los premios de la Academia, así como su polémica representación de Jesús en La última Tentación de Cristo (The last temptation of Christ, 1988) de Martin Scorsese. De ésta última dijo que cuando se estrenó la película mucha gente la vio como una abominación, incluso algunos medios italianos decían “esta no es la cara de nuestro señor, éste es el rostro de un criminal”, dijo sonriendo el actor.
Se refirió también acerca de otros directores con los que ha sentido cierta identificación por su trabajo, Wim Wenders con quien trabajó en ¡Tan lejos, tan cerca! (Faraway, so close, 1993), el danés Lars von Trier en la controvertida Anticristo (Antichrist, 2009), al igual que Abel Ferrara con quien recientemente rodó Pasolini (2014), basada en un día en la vida del controvertido director italiano.
El actor aseguró que no le gustaría dirigir, que ha encontrado la sabiduría y el control de su propio cuerpo, que siente que encontró la profesión de su vida y que nunca se cansa de actuar, es por ello que no le atrae tomar la responsabilidad que tienen los directores de cine. Dafoe dijo sentirse muy honrado por participar en el festival, por recibir la cálida hospitalidad del certamen michoacano y por la oportunidad de presentar la película Padre (2016), al lado de su esposa Giada Colagrande.
Al ser invitado de honor en esta decimocuarta edición del FICM se ha presentado una retrospectiva de ocho de sus películas más significativas, recibió la medalla de la Fimoteca de la UNAM y se develó una butaca con su nombre. Con cerca de cien películas en su larga trayectoria, Dafoe puede considerarse como uno de los actores más versátiles del cine estadounidense contemporáneo.