Por cortesía de la distribuidora Nueva Era Films llegó a la cartelera Zoom (2015), coproducción canadiense-brasileña que es dirigida por el joven director carioca Pedro Morelli, quien con esta película hace su debut en solitario en la silla de director (en 2013 codirigió con su padre el drama Entre nós). La cinta hizo tuvo su estreno en el Festival de Cine de Toronto y después de ello contó con una presencia muy limitada en cartelera. A México llegó a las salas de cine porque la presencia de Gael García en los créditos hacía suponer cierto interés de la audiencia local, lo que supuestamente garantiza un mínimo de ingresos en taquilla.
Mezclando imagen real con animación, Zoom cuenta tres historias que se entrelazan de tal manera que el desarrollo de cada una de ellas influye en el desenlace de las demás. Emma, empleada de una fábrica de muñecas sexuales, dibujante aficionada que sueña con tener senos enormes, controla la vida de Edward, un cineasta que busca hacer su primera película seria y que a su vez tiene las riendas de la vida de Michelle, modelo brasileña que aspira a convertirse en novelista contando la historia de Emma… cerrando de esta manera la trama circular del filme.
La producción venía cocinándose desde hace varios años, basándose en un guion del debutante Matt Hansen. Un productor canadiense tomó el proyecto y se lo ofreció a Pedro Morelli, quien por aquel entonces contaba con apenas veintitrés años y desde entonces pasaron otros cinco antes de que se terminara la película. Lo anterior se debe a que para la parte animada se utilizó la técnica de rotoscopia, una de las más viejas para realizar cintas de animación que requiere miles de dibujos para realizar algunos minutos de metraje.
El director recrea un estilo diferente para cada una de las historias, las cuales a su vez son fruto de un medio de comunicación distinto: un libro, un cómic y una película. La del libro es la más convencional de las tres y probablemente la que sobresale del resto, en tanto que la estética del segmento fílmico sea la menos lograda por su saturación de trucos visuales: movimientos de cámara, planos inclinados y filtros, que no necesariamente ayudan a la narrativa.
De alguna manera todos los personajes principales del filme viven obsesionados por la apariencia, no solo a nivel físico sino por la manera en que los perciben los demás: la dibujante que quiere tener unos pechos de heroína de comic, la modelo que desea que la vean como escritora y el cineasta orgulloso de su virilidad pero que al mismo tiempo quiere proyectar una imagen de autor respetable. Pero de alguna manera todos ellos son un reflejo involuntario de la sociedad superficial en la que se desenvuelven: el mundo del modelaje, la industria cinematográfica de Hollywood, así como la fabricación de muñecas sexuales.
La narración avanza a trompicones y por momentos es demasiado trivial, pero evidentemente hay elementos rescatables en el filme: los apuntes humorísticos, el desempeño de la canadiense Allison Pill (una actriz que reclama más oportunidades), así como una narrativa poco usual. Pero desafortunadamente el atrevimiento de Zoom se queda en lo lúdico, arriesga en su forma pero se sostiene en bases muy endebles. Aun así, se agradece que lleguen a la cartelera películas que ofrezcan visiones distintas a lo de siempre.