INMORAL
Por Francisco Valenzuela
“A esta edad ya uno está en tiempo de descuento, no sabes cuánto queda”, me dijo Facundo Cabral hace casi tres años en Morelia, ciudad a la que llegó para ofrecer uno más de sus conciertos. Era un señor amable, accesible, muy abierto.
Desde luego que no saldré, como en esas infames redes sociales, a decir que Cabral era mi artista preferido y que siempre me he sabido sus canciones. No. Pero cuando en el periódico donde trabajas te dicen: “ve a entrevistar a Facundo Cabral”, la expectativa es mucha y el reto se vuelve mayúsculo.
En fin, hoy Facundo Cabral está muerto. Lo asesinaron unos salvajes habitantes de un mundo inhabitable. “Quedan sus canciones”, dirá el lugar común; a mí me queda el recuerdo de la charla, porque lo que sería una entrevista se convirtió en eso, en una plática sostenida en el jardín de un hotel.
Aquí la nota íntegra, publicada en el diario Provincia el 14 de noviembre de 2008.
“Soy un cantante popular, lo que no significa que sea para las multitudes; voy a teatros, no a estadios, ahí la diferencia”, afirma en entrevista el cantautor argentino Facundo Cabral, quien el día de hoy ofrecerá un concierto en el teatro Morelos en punto de las 20:30 horas. Relajado, con un cerveza fría, el también escritor comparte algunas de sus pasiones personales, hasta el punto de casi confesar ser un rockero frustrado.
Llegar a tierras michoacanas no es nada nuevo para este cantante, quien dictó su primer recital, según recuerda, hace 36 años. “Es mucho tiempo de amistad, México es mi segunda patria y a Morelia he venido muchas veces, hubo periodos que incluso venía dos veces por año, lo que fue maravilloso, y digo fue porque a esta edad ya uno está en tiempo de descuento, no sabes cuánto queda; vengo a agradecerles lo que me dieron, y espero poder hacerlo en muchos otros lugares”. Al preguntarle qué se puede esperar esta noche en el Morelos, Cabral ataja y sintetiza: “No lo sé, nunca preparo nada, sucede como comienza esta charla… pero es una fiesta, una conversación de puro amor, porque no voy a salir a conquistarlos, para nada, ya nos conocemos, nos queremos y tenemos cosas en común; mi concepto es hacer una comunión, y la gente sale mejor, pero no por mí, sino por la vida, porque uno sólo cuenta historias. Trato de recuperar el amor por la vida, por todo lo que nos da, aunque muchos se jodan por cualquier pendejada, porque entre millones de personas hay quien sufre porque su equipo no ganó, o porque llovió justo en domingo; si tienes ganas de vivir, si tienes los cojones de hacerlo, la experiencia es inmejorable”.
El maestro, más sabio que viejo, distingue entre aquellos años de juventud y la experiencia con que ahora carga: “Pasó el espíritu por encima del intelecto, vengo de un país donde se le da mucha importancia a la cabeza y muy poca al espíritu, y eso es peligroso; ahora vale más lo que sientes que lo que opinas”
Ante todo, Cabral se muestra como su más fuerte crítico, y en ese tenor confiesa lo que le hubiese gustado elegir de no andar como un solitario: “¿Sabes?, me acostumbré a estar solo, por comodidad, pero me habría encantado tener una banda como El Tri; si Dios me diera otra vida y la oportunidad de elegir, sin duda le pediría una banda de rock and roll. Pero es de las pocas cosas que me arrepiento, quizá la única, porque en general la he pasado bien”. Al analizar el pasado se muestra como su más fuerte crítico, tal vez hasta exagera: “Pocas cosas le gustan de uno, a mí me gusta cantar, pero cuando me escucho… nunca me parece que está bien, hay muy pocos discos completos que me satisfacen, por ahí acaba de salir uno en vivo, en Buenos Aires, y es de los pocos que me gustan. En general disfruto algunas piezas sueltas, pero te hablo de cinco o siete en 49 años…”
Congruente, no se muestra duro al calificar el trabajo de las nuevas generaciones: “Sería una locura juzgarlos desde mi edad, si por ahí te encuentras a un muchacho de 24 años, déjalo, dale tiempo, aunque sea malo, porque seguramente a esa edad yo era pésimo en lo que hacía. He visto buenos ejemplos, el otro día escuché a un joven en el metro del DF, buenísimo, al nivel de cualquier cubano que me digas, Silvio, Milanés, el que me pongas. Hablé con él y me dijo que nunca va a grabar un disco, ni ir a la televisión, ni nada. Eso me gustó porque yo siempre pensé igual, y se ha cumplido, porque si enciendes la radio nunca vas a escuchar alguna canción mía, nunca grabé un video… soy un animal solitario”.
¿Entonces no se necesita toda la parafernalia mediática para triunfar en esto?, se le pregunta: “Lo que ganas al andar de solitario es libertad; hay dos cosas distintas; querer ser artista o ser famoso. Si quieres ser artista no peles a nadie, si quieres ser famoso haz lo posible para que te lleven a los medios, a una disquera que te difunda… pero, en general, ser famoso es una pendejada. Yo no vivo con la fama, no sé qué es. Si quieres vivir de lo tuyo moderadamente bien, creo que puedes mantenerte en el underground, pero si quieres tener un jet, 20 viejas, o ser el más lindo del continente, pues… Yo he estado becado, siempre me hospedan en los mejores hoteles y como bien, con eso me es suficiente, no tengo propiedad alguna, por eso, como no tengo nada qué cuidar, puedo andar por todo el mundo. Se trata de elegir, y si eliges la libertad, debes enviar a la chingada el resto”.
Del público que asiste a sus conciertos sólo se lleva amor, dice. “Tuve una vida muy difícil y la música me reconfortó en esos momentos. Éramos siete hermanos y cuatro murieron de hambre y frío; hasta los 14 años fui analfabeto y estuve cuatro en prisión por robarme una botella de wiskie. Un jesuita fue el que me enseñó a leer, y ya luego vino lo demás, empecé a cantar y todo esto”. Pero no paró en eso, ya como narrador de historias sufriría la persecución de las distintas dictaduras de América Latina, principalmente la de Argentina, motivo por el cual encontró en México la libertad que necesitaba. “Cosa rara, pero en España la dictadura no me persiguió, y es que, según supe hace poco, Franco escuchaba mis discos en su casa”.
Para rematar, Cabral señala otras bandas rocanroleras con las que creció: Pink Floyd, Jetro Tull, The Rolling Stones, “el rock es el folclor de una época en todo el planeta, pero el rock de verdad, no esas cosas que luego graban las disqueras, que lo hacen todo blandito para la familia y termina siendo una mariconada, una masturbación… En el fondo yo tengo más que ver con Alex Lora que con Los Folcloristas, con ese desenfado, con el espíritu netamente rocanrolero”.