Para abrir la segunda jornada de largometrajes mexicanos en competencia del Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM), se presentó Leona (2018), ópera prima del director y guionista Isaac Cherem. Recién terminada justo horas antes de ser exhibida en la función de prensa, la película del joven cineasta capitalino empieza de esta manera su recorrido por el circuito de festivales.
La cinta sigue los pasos de Ariela, una joven de 25 años, quien forma parte de la próspera comunidad judía de la Ciudad de México. El apego a las tradiciones por parte de su familia no impide que Ariela busque espacios para el desafío a las normas establecidas. La chica se dedica a pintar murales en las calles de la capital y tiempo después inicia una relación romántica con Iván, un joven gentil. Sin embargo, la reacción de la familia y de la comunidad entera ante lo que parece ser algo más que un simple capricho, no se hace esperar.
Cherem, quien apenas cuenta con veintiséis años, define el punto de partida de su filme como la de su propia experiencia al ser él mismo miembro de la comunidad judía mexicana. Tomó conocimiento de varios casos en que jóvenes enfrentaron las decisiones de sus padres, para definir las características de su personaje central, asimismo, utilizó el filme para contar su propia transición a la vida adulta.
El guion de Leona fue escrito por el propio director en conjunto con Naiam González Norvind, protagonista y además productora del filme. El hecho de contar la historia desde el punto de vista de una mujer, permitió mostrar los obstáculos que enfrenta la equidad de género en cualquier comunidad cerrada, no solamente la judía, en pleno siglo XXI. De igual manera, busca establecer un diálogo entre la tradición y la modernidad propios del recambio generacional.
Ariela, cuyo nombre en hebreo significa “Leona” (de ahí el título), tiene el coraje de elegir su propio espacio dentro de su comunidad, enfrenta con valentía las decisiones establecidas de su familia y de paso la incomprensión de su pareja en ciertos temas a los que ni siquiera ella misma tiene acceso.
Colorida y elegantemente filmada, la película parece caer por momentos en el diálogo trivial. Ciertamente muchas situaciones se adecuan al estatus económico de la comunidad en que se desarrollan. Sin embargo, parece mostrarnos un país desconocido por la mayoría de los mexicanos: uno donde puedes vivir bien pintando murales en edificios y donde la inseguridad no parece formar parte del día a día de las personas.
No obstante, lo anterior no demerita el gran desempeño de Naiam González, quien se apropia del personaje y prácticamente se echa a cuestas todo el peso del filme. Sus momentos humorísticos así como los contrapuntos dramáticos no serían lo mismo sin el carisma de su joven protagonista. Salvo en las escenas amorosas, las cuales se sienten frías y desangeladas.
Leona no es propiamente una aproximación a las contradicciones de una comunidad en particular, es más bien una reflexión sobre un personaje que se encuentra en una encrucijada de su vida y se ve obligado a tomar decisiones ante la inflexibilidad de su entorno. Es verdad que tiene sus fallas, pero al menos tiene la calidad suficiente para formar parte de la sección oficial del FICM.