Hace ya varios ayeres tuve mi primer contacto con el cine de Claire Denis. En la 39 Muestra Internacional de Cine se presentó Buen trabajo (Beau travail, 1999), la historia de un grupo de soldados de la Legión Extranjera en Yibuti, un pequeño país africano ubicado en los márgenes del Golfo de Adén. Aquí nos cuentan, en los recuerdos de un exsoldado, las relaciones de amor-odio que se entretejen entre los legionarios.
El guion está basado libremente en la novela de Herman Melville, Billy Budd, marinero (reeditada recientemente en español por Alianza) y termina con una fenomenal secuencia de baile por ese extraordinario actor que es Denis Lavant.
Aunque nació en París, Claire Denis pasó buena parte de su infancia recorriendo distintos países de África, como Camerún, Somalia, Burkina Faso y Yibuti, debido al trabajo de su padre, un funcionario público que debía mudarse cada cierto tiempo. Claramente este periplo marcó a la Denis y fue una inspiración importante para al menos dos de sus más celebrados largometrajes: Chocolate (Chocolat, 1988) y Una mujer en África (White material, 2009), en donde explora las tensiones raciales, las injusticias del colonialismo y el choque cultural entre África y Europa.
Para Denis no existe el miedo a experimentar con diversos géneros cinematográficos como la ciencia ficción en High life (2018), en donde un padre busca sobrevivir con su pequeña hija en un lugar aislado del espacio; o el terror sangriento de Trouble every day (2001), una singular exploración sobre el deseo y los roles de género, que en México se comercializó dos títulos distintos, ambos horribles: Sangre caníbal y Un obscuro deseo.
Autora prolífica
En la última década, la cineasta francesa tiene un par de películas muy interesantes en su haber. Los canallas (Les salauds, 2013), con Vincent Lindon y Chiara Mastroianni, un drama oscuro con aires de venganza familiar. El otro es Una bella luz interior (Un beau soleil intérieur, 2017), una adaptación libre del ensayo de Roland Barthes, Fragmentos de un discurso amoroso (que recientemente reeditó Siglo XXI), en donde con cierto desparpajo, se cuenta la intrincada vida amorosa de una madre divorciada.
En el 20 FICM, Claire Denis ha sido distinguida con los honores que brinda la organización del festival a sus visitantes ilustres: la develación de una placa, una butaca con su nombre, así como una retrospectiva de su obra. De hecho, su más reciente película, Con amor y furia (Avec amour et acharnement, 2022), también tendrá su estreno nacional en Morelia, del cual hablaremos en otra ocasión.
La filmografía de Claire Denis merece ser analizada y disfrutada por todos los amantes del cine. Constantemente en la búsqueda de confrontar lo normal con lo inusual y las percepciones corporales con los sentimientos, su cine es toda una experiencia que no debe pasarse por alto y se agradece su presencia en el FICM, especialmente por la oportunidad de volver a ver, en pantalla grande y con la presencia de la directora, Buen trabajo, su cinta emblemática.