Después de su exitoso paso por Sundance y Berlín, llegó a la cartelera local Amor mentiras y sangre (Love lies bleeding, 2024), segundo largometraje de Rose Glass. La cineasta británica debutó hace unos años con Saint Maud (2019), el delirante recuento de una joven monja de aspiraciones mesiánicas, que tiene el encargo de cuidar de una moribunda. Desafortunadamente, debido a la pandemia, la película pasó directo a las plataformas en vez de tener la corrida comercial que se esperaba.
En su nueva producción, Rose Glass nos cuenta el romance entre la introvertida empleada de un gimnasio y una fisicoculturista que va camino a una competencia en Las Vegas. Ambas son poseedoras de un pasado oscuro y sangriento, algo que inicialmente dificulta su relación, pero el principal obstáculo está representado por el jefe de la mafia local, que con su voz gutural y las largas tiras de pelo que cuelgan de los bordes de su calvicie, resulta verdaderamente intimidante.
El guion, creado en conjunto por Glass y Weronika Tofilska, es una reacción a lo que fue su primera película, más ensimismada y claustrofóbica. Mientras que en su debut la protagonista es una mujer contenida y solitaria, en esta ocasión nos muestra a una pareja de mujeres inadaptadas, sí, pero que desbordan amor y deseo a partes iguales.
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De entrada parecería que Lou (Kristen Stewart), sería el personaje principal. Una joven con peinado de época, conocida como la lesbiana del pueblo, que recibe con hastío todas las quejas de los usuarios del gimnasio donde labora. Sin embargo, tras esa fachada insulsa, se esconde un pasado violento que se irá revelando conforme avanza el metraje. No obstante, la verdadera protagonista es Jackie (la actriz y experta en artes marciales Katy O’Brian), la joven que ha escapado de su hogar y que, no sin cierta inocencia campirana, buscar hacer fortuna en el mundo del fisicoculturismo.
Una mujer musculosa que pasa por una crisis emocional es el punto de partida de esta historia. Inicialmente es poco lo que se sabe de ella, solo que proviene de un entorno pueblerino y que acepta con estoicismo las situaciones que surgen a su paso. Y aunque evidentemente es una película sobre una relación amorosa, una segunda mirada sugiere el tema del cuerpo, particularmente del cuerpo femenino y su sexualidad.
La vestimenta de colores chillantes y los peinados ridículos (de antología el horrible mullet que luce Dave Franco), nos anuncian que estamos en la década de los ochenta, más adelante, con un noticiero anunciando la caída del Muro de Berlín, la cineasta nos precisa la fecha exacta. El lugar podría ser cualquier parte del medio oeste norteamericano, hasta que aparece la imagen de un cartel de Nuevo México. Aunque el porqué de la época no parece tan evidente, la elección del lugar puede deberse a la necesidad narrativa de un entorno agreste y polvoriento, en donde además circula una gran cantidad de armas.
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No es una película revolucionaria, ni mucho menos, pero Rose Glass cumple con su objetivo de mostrarnos una obra desbordante y entretenida, con dos protagonistas memorables que al encontrarse, potencian lo mejor y lo peor de sí mismas. Además cuenta con un registro sonoro sobresaliente, que envuelve y alude a la época sin ser demasiado evidente.
Resulta curioso el nombre con el que se distribuye en México, que no es precisamente una traducción literal del título en inglés. Love lies bleeding es uno de los temas más conocidos de la primera época de Elton John, aunque la directora no pensaba en la canción del pianista británico, sino en una planta con ese mismo nombre, que se caracteriza por producir una especie de pequeños racimos de color carmín. El nombre de la planta es tan rimbombante y melodramático, que se ajusta sin problemas a este romance eufórico, repleto de músculos y violencia, salpicado con imágenes oníricas, que pueden ser producto tanto del amor exacerbado como del abuso de esteroides.