Por Omar Arriaga Garcés
Decidido a dar respuesta a todo, incluso a aquellas preguntas que parecían hacer mofa de su persona, un agudo Darren Aronofsky se presentó en el Auditorio del Estado de Guanajuato para impartir una conferencia magistral que fue más bien una conversación con el público, luego de recibir el día previo la Cruz Más Cine que otorga el Festival Internacional de Cine de Guanajuato (GIFF, por sus siglas en inglés) a sus invitados especiales.
Ante las interrogaciones de un público compuesto en su mayoría por estudiantes de preparatoria y licenciatura, el director de El cisne negro fue detallista en sus explicaciones: profundiza en sus personajes, antes de iniciar un rodaje pasa dos o tres años educándose sobre el tema que abordará, lo cual incluye la música, ballet en el caso de la película que le dio el Óscar; no es la religión lo que le inspira, pero sin duda, sus trabajos exploran el origen de lo humano y las conexiones que existen entre las distintas culturas, algo que le inspira y le apasiona.
Cuando una estudiante de Filosofía de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México parece cansar a la directora del festival y al presentador de Aronofsky sobre el escenario, el realizador estadounidense vuelve a pedirle a la chica que reformule su pregunta porque no le ha entendido del todo: “¿el sentido de mis películas? (los asistentes se ríen), tienen que ver con sentimientos e ideas de cuando era niño”, también de cuando era adolescente, afirma, pero señala que lo más importante después de todo es contar una historia.
Contar una historia
Para Aronofsky, se trate de un asesino serial, de un drogadicto o un superhéroe, lo fundamental es saber contar una historia, lo cual es algo muy personal que conecta con otras personas, con lo humano, razón por la que ha rechazado algunos proyectos más convencionales en Hollywood, si bien indica que no es posible sustraerse de la industria y que entre más original sea una cinta, sin duda menos dinero recaudará, y a veces no se puede evitar pensar en ello y tratar de mediar entre una y otra cosa, “cada vez hay menos presupuesto para filmar y menos tiempo para hacerlo”.
Con todo, reitera que lo más importante es tener una historia y saber contarla, dejando en claro que cada cinta es diferente y que el mismo proceso de producción y las mismas técnicas narrativas no funcionan para filmes distintos. Dirige unas cuantas palabras a los más jóvenes, ya que son los más curiosos y los que tienen más interés por hacer películas, y les aconseja trabajar lo mejor que puedan con la tecnología, a fin de contar lo que uno quiera. Ese es el secreto, eso y el trabajo, no hay más.
Traducción
“¿Para qué más cine, Darren?”, pregunta la estudiante de Filosofía, “pues para tener trabajo”, responde el realizador de Pi, el orden del caos, y el público vuelve a reír. Interviene la directora del GIFF, Sarah Hoch: lo que ella trata de decir es que para qué más cine en las condiciones actuales en las que el mundo se encuentra, algo así le dice, lo que evidencia que, una vez más, la traducción en las conferencias del evento ha fallado. Y eso que no se trató de Chan Wook Park, el director de cine coreano que no hablaba inglés, una verdadera joya del arte postmoderno sobre la incapacidad de entablar un proceso comunicativo eficaz.
– Su actor favorito: no lo tiene, le encantan todos los actores con los que ha trabajado.
– Vincent Cassell: una maravilla.
– Spielberg: lo admira y ha sido una influencia en su cine.
– Trabajar con mexicanos: le encanta Alfonso Cuarón, en especial La princesita.
– Su película favorita: El Santo contra las Momias de Guanajuato (seguramente estudió esa respuesta).
Tras responder algunas preguntas de los jóvenes sobre el sentido de la vida, si cree que hay vida después de la muerte, la eternidad (a la que él ve como una especie de reciclaje kármico) y la esencia de las cosas, un muchacho con rastas le cuestionó si haber bailado ballet para preparar El cisne negro no había afectado su virilidad y, asimismo, le dijo que ya que había bailado ballet con Natalie Portman, que si no había tenido algún quever con ella (luego de varios cartones encima), a lo que Aronosfky simplemente contestó que había que saber separar lo profesional de lo personal.
Homenaje
Por demás emotivo resultó el homenaje que Darren Aronofsky recibió el 26 de julio en un pletórico Teatro Juárez, para el cual el comité organizador del GIFF preparó un pequeño video en el que se expuso la carrera del cineasta norteamericano, desde sus primeros cortometrajes, pasando por su primera película de 1998, Pi, el orden del caos, que le dio el premio del Festival de Sundance, hasta llegar a El luchador y El cisne negro, que le dio el Oscar. Luego dos funcionarios y Sarah Hoch le entregaron la Cruz Más Cine, unos dulces y una artesanía de calavera multicolor. “Por inspirar a los nuevos cineastas y cambiar la manera en cómo vemos el cine”, expresó alguien.
El director de Réquiem por un sueño se dijo influenciado por Danny Boyle y su película Trainspotting, quien un día antes había recibido su homenaje en el mismo lugar. Comentó no haber estado en México desde que una vez a los 18 años viajara con un par de amigos y afirmó estar en un hermoso sitio, en un hermoso evento, por lo que recomendaría a otros directores que visitaran el Festival de Guanajuato. También comentó, que uno de sus maestros le había dicho cuando era joven que no viera cine, porque se trataba de una especie de masturbación, “mañana seguramente escribirán esto en los periódicos y lo pondrán de titular”, razón por la que –para no darle gusto a Aronofsky– este detalle se consigna hasta el final del texto.