Seré breve porque hay gente a la que no es necesario echarle mucho choro, sólo rendirle el debido homenaje y guardar un minuto de silencio.
Toda una vida de trabajo en la industria musical y sólo es recordado por una canción, ese es Ben E. King, quien falleció la semana pasada. Las notas periodísticas sobre el deceso giraron en torno a “murió el autor de Stand by me”, “Ha fallecido el primer intérprete de Stand by me”. Y ya. Un hombre de gran sonrisa, con una claridad y nitidez de voz que la hacían sencillamente luminosa, un hombre de los más importantes en la historia del soul, justo al lado de James Brown (también, mayoritariamente recordado por I feel good).
Y es que Ben E. King no sólo fue cantante, fue, ante todo, compositor y productor, pero lo que conocemos de él es esa canción, una de las más bellas, populares e interpretadas de todos los tiempos. En este caso, estamos ante un ejemplo de cuando la creación supera al creador. ¿No me cree?, salga usted a la calle, intercepte a cualquier peatón y pregúntele si sabe quién es Ben E. King. Le aseguro que de cada diez, tendrá suerte si uno o dos lo ubican.
En seguida, ante una respuesta negativa, póngale Stand by me, no toda la canción, sólo esa primera línea de contrabajo que todos conocemos y le aseguro, es más, le apuesto una Coca-Cola, a que de inmediato, si no saben el título, si no conocen al intérprete, ubican la canción. Y lo mismo puede pasar con We will rock you, de Queen; In a gadda da vida, de Iron Butterfly; La Grange, de ZZ Top; Paranoid, de Black Sabbath, y un montón de canciones que muchas veces conocemos pero no sabemos ni de quién son.
Si uno de sus encuestados es amante del cine, sobre todo ese que se transmite en la televisión comercial, de inmediato se remitirá a la película de 1986 titulada también Stand by me, inspirada en El cuerpo, la novela de Stephen King.
Pero Ben E. King no es nada más esa canción, también fue el primero en grabar Spanish Harlem, popularizada años más tarde por el maestrazo Tom Jones, y considerado el dueño de una de las mejores voces masculinas del soul, cuya carrera incluso coqueteó con el funky, en discos como Street tough (1981), donde escuchamos a un Ben E. King más pop, con arreglos y una voz dotados de más cadencia y sensualidad, en realidad poco que ver con Amor, Spanish Harlem o su tema más famoso.
En alguna entrevista King relataba que estaba al piano con otros dos músicos componiendo una canción para The Drifters, la cual entraría de relleno en el siguiente disco. Entonces, cuando terminaron, un productor le dijo a Ben E. King que la canción le gustaba pero que no la grabarían The Drifters, que la grabaría él como solista, y ese fue el gran salto pues antes de eso Ben E. King era nada más compositor y arreglista de la casa productora.
A partir de ahí, a la historia de la música se agregaba una página más, con una canción, de inicio, basada en un góspel, pero que se volvería tema para diferentes situaciones, ya sea amorosas, entre amigos o incluso espirituales, y no es para menos, Stand by me tiene una de las letras más hermosas que se han hecho en el soul, en el blues y en el R&B, por eso sigue vigente, por eso se ha vuelto atemporal, por eso incluso raperos la han sampleado, por eso se le han hecho tantas versiones, desde John Lennon hasta Seal, pero también Tracy Chapman, Elvis Presley, Otis Redding y demás artistas, y eso sólo lo consiguen los clásicos.
Ahora bien, la canción como góspel, que es como me gusta escucharla, es sencillamente hermosa, pues contiene esa espiritualidad propia del género al referirse a esa entidad que no importa si es de noche y todo está oscuro, si en el campo la única luz es la de la Luna, uno no está asustado ni llorará jamás porque Él está ahí, a un lado nuestro. He escuchado versiones de Stand by me a cargo de coros de góspel y créame, es una experiencia fantástica no sólo estéticamente, sino en lo espiritual, por muy come-curas que sea uno.
Por esa razón no me extraña que Ben E. King se refiriera a su obra maestra como un regalo de Dios, el cual agradecía día con día pues eso le permitió impactar positivamente en todo el mundo.
Por eso, por haber regalado a la humanidad una de las canciones más hermosas del siglo XX, una canción que a cualquiera pone de buen humor, equiparable con All you need is love o Imagine en cuanto a contenido e impacto; pero también por más de una veintena de discos de estudio, todos igualmente buenos desde 1961 hasta más o menos 2006, por esa enorme sonrisa que se contagia, por una de las voces más luminosas y nítidas del soul y el R&B, es que Ben E. King ya es inmortal, ya está en el cielo, a lado de los más grandes exponentes de la música del siglo XX, esos que no tienen ni tendrán sucesor ni mucho menos reemplazo pues son únicos e irrepetibles.
Para concluir, así como cuando muere un autor sus libros se ponen de moda, esta es una buena oportunidad para escuchar no sólo Stand by me, sino toda la música de este genio, la que, les garantizo, es toda igual de buena.
Salud y cuenten conmigo.