Por Armando Casimiro Guzmán
El 23 de Marzo de 1994, el candidato a la presidencia de México por el Partido Revolucionario Institucional (PRI), Luis Donaldo Colosio, sufrió un atentado en Tijuana que horas más tarde le costó la vida. La torpe reacción del gobierno a los hechos y los cuestionables resultados de la investigación oficial han generado desde entonces una serie de teorías que supuestamente explicarían la muerte del malogrado candidato. Colosio. El asesinato (2012), dirigida por Carlos Bolado, intenta conjuntar de manera coherente la historia de una joven pareja con un thriller político cuyo complejo desarrollo nunca llega a explicarse del todo.
El veracruzano Carlos Bolado no es ningún improvisado, entre su filmografía encontramos la interesante Bajo California: El límite del tiempo (1998), y algunos proyectos internacionales como el documental nominado al Oscar Promesas (Promises, 2001), así como el largometraje de ficción Sólo Dios sabe (2006). La temática de su nueva producción, una especie de docu-drama resulta una novedad en la carrera del cineasta.
La improbable pareja formada por una liberal locutora de radio (Kate del Castillo) y un ex militar encargado de hacer “trabajos especiales” (José María Yazpik), se ve envuelta en una investigación secreta para descubrir al autor intelectual de un enmarañado complot, la historia retoma los mismos rumores de siempre: que el Mario Aburto que presentó el gobierno no fue el mismo que disparó a Colosio, que desde que llegó a Tijuana sus minutos estaban contados, que la conspiración se gestó dentro del mismo gobierno, etc.
La producción tomó la decisión de no llamar a la mayoría de los implicados por su nombre, cuestión que de entrada le resta fuerza a la película. En cuanto al casting, Kate del Castillo está fatal (como siempre), Yazpik lamentablemente tampoco parece creíble, Tenoch Huerta luce un peinado horriblemente ñoño y Enoc Leaño hace un Colosio que parece una mezcla de Andrés Bustamante con el comediante Jorge Falcón. Una fotografía de telenovela, una edición de videoclip, una historia confusa, paranoico y hasta muertos que mueven los ojos en la morgue, son elementos que sumados la llevan irremediablemente hacia el desastre.
No es casual que el largometraje haya sido estrenado a unos días de que se realice el segundo y último debate entre los aspirantes a la presidencia. Según la intención de los productores, el filme “no intenta influir en las votaciones, sino en las conciencias”. Aunque la finalidad parece simplemente aprovechar la temporada electoral para obtener mayores ingresos en taquilla, buscando, si es posible, generar polémica para disfrutar los beneficios de la publicidad gratuita.
¿Cómo recordaríamos ahora a Colosio si ese día no hubiera iniciado su vertiginoso descenso hacia la muerte? Nunca lo sabremos, su legado por lo pronto, se reduce a varias avenidas y colonias populares con su nombre. Colosio. El asesinato, pudo ser un interesante punto de partida para las nuevas generaciones que desconocen los constantes sobresaltos que se vivieron en los últimos meses de la presidencia de Carlos Salinas.
Colosio. El asesinato ni siquiera es capaz de ofrecer una buena teoría de conspiración para los amantes de la paranoia, curiosamente el videohome Magnicidio. Complot en Lomas Taurinas (2002), ofrece algo mejor en ese sentido, claro, ésta última carece de rigor cinematográfico y de un presupuesto decente, pero al menos los suple con infalible humor involuntario.
Luego de su paso por el Festival de Cine de Morelia y después de sufrir las peripecias provocadas por una limitada distribución llegó Necesitamos hablar de Kevin (We need to talk about Kevin, 2011), tercer largometraje de la británica Lynne Ramsay, ya con un largo recorrido por el circuito de festivales y que generó cierto interés por sus nominaciones en Cannes y los Globos de Oro.
Basada en la novela homónima (editada en español por Anagrama) de la escritora estadounidense Lionel Shriver, la cinta cuenta la ambivalencia sentimental de una madre con un hijo no deseado, su frustración por haber perdido los privilegios de la soltería y el dolor de sufrir los constantes desaires de su pequeño que rayan en la maldad absoluta. Kevin, el pequeño demonio, conforme va creciendo alimenta sus delirios destructivos y toma la decisión de asesinar a su padre, hermana y seis compañeros de clase unos días antes de cumplir los dieciséis años.
Como referentes inmediatos de este trabajo podríamos citar La materia oscura (Dark matter, 2007) de Shi-Zheng Chen y en menor medida Elefante (Elephant, 2003) de Gus Van Sant. Que también se basan en matanzas perpetradas por adolescentes en escuelas norteamericanas pero que analizan con menor profundidad la relación de los jóvenes con sus respectivas familias.
Los dos aspectos más sobresalientes de la obra de Lynne Ramsay son la impecable actuación de Tilda Swinton como la atribulada madre de Kevin y el ambiente de pesadez, violencia y odio que se sienten en cada una de las escenas familiares, donde la actividad más cotidiana se puede convertir en una pesadilla.
El filme transcurre en un momento después de los asesinatos pero incluye varios flashbacks que narran aspectos de la vida de soltera de la madre y del lento crecimiento del odioso pequeño. Este es quizás uno de los puntos débiles de la película ya que por varios momentos resulta confusa, su complicación innecesaria no da respiro al espectador y para al final desembocar en una conclusión previsible.
La directora Lynne Ramsay por momentos se concentra más en la forma que en el fondo, pero aun así, Necesitamos hablar de Kevin, sobrepasa el promedio de lo que normalmente encontramos en la cartelera. A pesar de su sordidez, su perturbador retrato familiar logra capturar la atención del espectador menos sensible. Debido al retraso de su estreno es posible disfrutarla en video y está disponible desde hace algunas semanas en ese formato para quienes prefieran esa opción.
Como parte de la inauguración del concepto Sala de Arte de Cinépolis, un espacio especialmente dedicado a todas aquellas películas que han tenido un recorrido importante en muestras y festivales, se presentó Pie de página (Hearat Shulayim, 2011), cuarto largometraje del director neoyorquino de ascendencia israelita Joseph Cedar, una comedia que tuvo una exitosa presentación en Cannes y que, entre otros reconocimientos, estuvo nominada al Oscar a la mejor película en lengua extranjera en la más reciente entrega de los premios de la Academia.
Aunque el trabajo de Joseph Cedar goza de cierto prestigio en el circuito de festivales, lo cierto es que es muy poco lo que ha llegado al público masivo, incluso aún es raro conseguir sus películas anteriores en formato casero (DVD, Blu-Ray), algo que posiblemente se revierta gracias a su reciente nominación al Oscar.
En Pie de página encontramos la malsana rivalidad que existe entre un padre y su hijo, ambos excéntricos expertos en el estudio del Talmud (la historia transcurre en Jerusalén). Uriel Schkolnick (el hijo), es un exitoso y carismático profesor que disfruta de las comodidades que le brinda el sistema. Mientras que su padre, Eliezer Schkolinck, es un conservador que se queja amargamente del orden de las cosas pero que al mismo tiempo clama por un poco de reconocimiento por su trabajo. Debido a una extraña serie de circunstancias ambos se enfrentan por el Premio Israel, el más prestigioso galardón nacional de su país, lo que los llevará a reevaluar su relación y tal vez, reconocer sus debilidades personales.
Pie de página es una interesante comedia que retrata con lucidez el conflicto familiar, al mismo tiempo, revela el peculiar egocentrismo del cerrado mundo académico israelita (o de cualquier parte del mundo). La cinta está repleta de situaciones verdaderamente hilarantes, como aquella donde se encuentran los académicos encerrados en un minúsculo cuarto de oficina y actuaciones verdaderamente sobresalientes de los protagonistas: Lior Ashkenazi como el extrovertido Uriel y Shlomo Bar-Aba, quien hace del taciturno Eliezer. El director tiene el acierto de dejar un final abierto, con preguntas que no encuentran respuestas: ¿Quién es la misteriosa mujer de la banca? ¿Se reconciliarán padre e hijo? Nunca lo sabremos.
Fuera de un par de sobresaltos provocados durante la presentación de los personajes, no hay mucho que reclamarle a la obra de Joseph Cedar. Pie de página es una comedia íntima y un drama muy humano que nos invita a seguir de cerca los futuros trabajos del cineasta neoyorquino, entre los cuales, destaca su participación en la cinta coral Jerusalén te amo, que se estrenará el año entrante. Cinépolis comienza con el pie derecho su proyecto Sala de Arte en Morelia.
Después de varios años de entregarnos obras históricas un tanto decepcionantes como Robin Hood (Robin Hood, 2010), Cruzada (Kingdom of heaven, 2005) y Gladiador (Gladiator, 2000), el cineasta británico Ridley Scott vuelve a un terreno que conoce bien: la ciencia ficción. Prometeo (Prometheus, 2012), una gran producción que contó con un aparato publicitario muy efectivo y a la postre lo convirtió en uno los trabajos más esperados del verano.
Al hablar de la filmografía de Ridley Scott es inevitable recordar sus películas más representativas: la extraordinaria Blade Runner (Blade Runner, 1982) y Alien, el octavo pasajero (Alien, 1979), ambas cintas de género que a la fecha son lo mejor que nos ha ofrecido el cineasta (quizás también habría que agregar Thelma & Louise de 1991). Mucho tiempo se rumoró que realizaría una especie de precuela de Alien, ante la cancelación de una quinta parte de la serie. Hubo varios proyectos que no cuajaron y al final Scott se decidió por una especie de historia paralela que derivó en su más reciente producción.
En el año 2089 un grupo de científicos viaja por el universo en la nave Prometheus (que como se verá en el filme hace alusión al titán de la mitología griega), en búsqueda de formas de vida alienígenas. La pareja de arqueólogos Elizabeth Shaw y Charles Holloway, basados en numerosas investigaciones arqueológicas, determinan que misteriosos “ingenieros espaciales” han sido los creadores de la raza humana. Como suele suceder en estos casos, después de un espectacular descubrimiento las cosas se salen de control, con resultados más o menos inesperados.
Uno de los mayores aciertos de Ridley Scott fue la elección de tecnología tradicional para buena parte de las secuencias. Los escenarios son impresionantes, basta con ver la secuencia inicial para no perder atención a la historia. Por otra parte el elenco es notable: Charlize Theron, Michael Fassbinder (a quien recientemente vimos en Shame) y Guy Pearce (irreconocible tras la máscara de su avejentado personaje). La protagonista es la sueca Noomi Rapace, quien se dio a conocer en la trilogía Millenium (2009) y que con este trabajo consolida una carrera ascendente en el cine norteamericano.
Prometeo cumple con buena parte de los elementos comunes en la ciencia ficción: grandes corporaciones, amenazas alienígenas, robots y naves espaciales situadas en un futuro no muy lejano. Aunque lo hace bien, podemos decir que no aporta nada nuevo al género, lo único singular es el escaso rigor del equipo de científicos que se dedican a hacer cualquier cosa menos analizar metódicamente su objeto de estudio.
Gran parte de las críticas que ha recibido la película se basan en la ligereza con la que se trata un tema tan complejo como la búsqueda de los orígenes del hombre. Pero es un error esperar un nuevo referente del género al estilo de 2001: Una odisea espacial (2001: A space odyssey, 1968) o de la mencionada Blade Runner, ya que no cuenta con la misma seriedad ni ambición. Prometeo ofrece una historia bien contada, emocionante y entretenida, en ese sentido consigue su objetivo y aunque el 3D no aporta gran cosa, bien vale la pena pagar el boleto de entrada al cine.