En el último día formal de actividades del Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM), se presentó Guerra fría (Zimna wojna, 2018), sexto largometraje que escribe y dirige el cineasta polaco Pawel Pawlikowski, uno de los invitados de honor de la más importante celebración fílmica del país. La película fue una de las más aclamadas en la pasada edición del Festival de Cannes, en donde se alzó con el premio a la mejor dirección. La obra de Pawlikowski cierra en la capital michoacana su recorrido festivalero, el cual incluyó también otros de gran calado como San Sebastián y Toronto.
La historia comienza en Polonia en el año de 1949, cuatro años del fin de la Segunda Guerra Mundial. Irena y Wiktor músicos formales recorren la campiña polaca recopilando canciones tradicionales de las aldeas campesinas. Debido a la calidad de su trabajo, obtienen una subvención estatal para crear una compañía de música y danza que promueva las tradiciones polacas. Wiktor, el director musical de la agrupación, queda prendado de Zula, joven impulsiva y vivaz. Inicia a partir de ese momento, una serie de encuentros y desencuentros a lo largo de quince años, recorriendo buena parte de Europa oriental y occidental en los duros años de la Guerra Fría.
Pawlikowski dedica la película a sus padres, quienes iban y venían en su relación a lo largo de varios años. Tras años de indefinición, la pareja finalmente se estableció y formó en palabras del director “una pareja amorosa por el resto de sus vidas”. En el caso de Wiktor y Zula sucede algo parecido, aunque su relación se vuelve por momentos tan intensa que resulta destructiva.
La película es no solo un viaje por distintos países de Europa sino por una variedad de estilos musicales. Desde la música tradicional polaca proveniente de las aldeas campesinas, la canción rusa que tararea Zulia después de escucharla en un cine, la musicalización de una película de terror italiana así como el jazz y el rocanrol estadounidenses en los bares de París.
Es justamente la música el puente que une a la pareja. Las personalidades y los orígenes de Zulia y Wiktor son diametralmente opuestos. Él es mayor, un músico formal interesado en el arte, mientras que ella es joven e impulsiva, encuentra placer en la música bailable, los cantos y bailes de pueblo en los que encuentra cierto vínculo con su turbulento pasado.
Guerra fría es el segundo largometraje en elegante blanco y negro que filma el cineasta polaco. Previamente lo hizo con Ida (2013), ganadora de una enorme cantidad de premios internacionales, incluido el Oscar a mejor película de habla no inglesa. ¿Lo nuevo de Pawlikowski será elegido nuevamente por la Academia? Ya nos enteraremos en unos meses.
Funciona por momentos como una gran historia de amor al estilo clásico mezclada con algunos elementos de la nueva ola francesa. No es la intención de director hacer homenaje a una época, pero es imposible no recrear las imágenes de parejas clásicas en el cine cuando se encuentran Wiktor y Zula en un pequeño café parisino. Guerra fría es una de las grandes películas del año, es una buena obra para acercarse a la muy interesante filmografía del cineasta polaco.