Por Darío Zalapa Solorio
Si yo digo quiero no quiero decir un rato.
Yo no pienso las cosas antes de hacerlas o después de hacerlas o cuando las digo o no las digo o cuando casi las hago o casi las digo o cuando me digo que soy un pendejo o cuando me da miedo ir al baño por la noche o cuando beso a alguien sin querer pero resulta que ella también quería y punto o coma o punto y coma o dos puntos y sigue lo que hice la besé porque sí porque me dio la gana por qué la besé porque no pude dejar de verla cuando la vi en la central la vi una sola vez pero de mucho rato y la vi ahí sentada con su vestidito verde y sus botas negras de ésas que tanto me gustan como me gusta el vestido verde a las rodillas que llevaba ese día o noche o no recuerdo porque por la tarde yo ya no sabía si era de día o de noche o todo lo contrario porque la vi y ella a mí como habíamos quedado y nos reconocimos no por las fotos en el feisbuk no por su perfecta ortografía no por su sonrisa de mujer etérea que cómo sé qué es una mujer etérea porque yo escribo de ellas o escribía o intenté hacerlo pero ya no puedo porque me da miedo ir al baño por las noches solo o acompañado o sólo ir al baño nadie va al baño acompañado sólo las mujeres en los bares para que no les agarren las nalgas para platicar de su menstruación para contarse de qué tamaño tiene el orgullo el hombre sentado a su lado y quizá cuando orinan piensan en cómo tremendo orgullo les entra por entre sus piernas por donde se unen sus piernas por donde ellas son mujeres por donde nosotros hombres nos perdemos no por miedo o apatía porque se nos perdió algo adentro y resulta que sí se nos perdió y somos perdidos buscando algo perdido el orgullo el miedo la apatía porque las piernas se abren cuando quieren escupir su orgullo y resulta que la vi y estaba ahí sentadita pero eso ya lo dije el chiste es que la vi con su vestidito verde y sus botas negras de ésas que tanto me gustan que también ya dije pero era una central y en las centrales las cosas son repetitivas se repiten las despedidas pero con personas distintas y si uno no alcanza a llegar a esa despedida se despiden dos en una esquina donde mucha gente se ha despedido como se despiden los extraños de un día o una noche o todo lo contrario porque yo no sé descomponer el tiempo o bueno sí pero una maestra me dijo que eso era cosa de locos y yo no estoy loco bueno sí por ese vestidito verde que tanto me gusta y que la veo y que la beso y que me la llevo de la mano por toda la ciudad y todo fue verde no como la vida sino como su vestidito porque un día es del color de la ropa de la mujer sin orgullo y eso no es malo porque una mujer sin orgullo es la única que le da orgullo a un hombre que ha dejado todo su orgullo en bares o cantinas o cafés intelectuales de los que frecuenta la gente que no le tiene miedo a la literatura francesa no como yo que no le pude decir nada ni que era escritor aunque lo sea o dermatólogo aunque no lo sea o su enamorado aunque quién sabe lo sea y la vi de nuevo sentada a mi lado en una calle concurrida que más bien era una placita o eso parecía por la hora con dos puntos dos de la tarde y yo sin punto de partida o una coma o cómo poner unos paréntesis y besarla entre ellos y que nadie viera o que sí vieran me vale madre porque a ella la besé en cuanto la vi y cuando yo digo quiero no quiero decir un rato o un espacio en blanco que es igual a un nunca quiero decir que la gente de hoy no entiende que mañana será la gente de ayer que a ti y a mí nos enterraron con nuestros abuelos pero ella no ha muerto que cómo lo sé porque la vi el otro día con su vestidito verde y sus botas negras de ésas que no me gustan a menos que vayan acompañadas de un vestidito verde o una muchacha como ella que no hay otra y si la hay que me la presenten para decirle que no es como ella porque yo la besé y supe a qué sabe su orgullo que ella sí tiene y yo no entonces yo soy el que le da orgullo o quizá ninguno de los dos tenga o tengamos de sobra y nos toca buscar quién nos lo dé o quién nos lo quite o a quién regalárselo para no preocuparnos por eso y poder estar en otras dos de la tarde entre paréntesis y sin dos puntos porque lo que sigue ya no les interesa es cosa muy nuestra cuando las placitas se concurren cuando un hombre se pierde en una mujer y entierra sus ojos en su agua tan salada tan suya tan mía por miedo por apatía por orgullo porque le gusta a uno su vestidito verde y sus botas negras de ésas que tanto me gustan porque dice mi amigo que yo no sé lo que es el amor y no quiero saberlo eso es cosa de orgullo y yo ando buscando a quién regalárselo porque ya no lo quiero porque me sobra porque nunca tuve por qué ya no lo quiero porque lo perdí en una esquina cuando no pude despedirme de ella en la central en unas cinco de la tarde y el orgullo no es hacerse digno pedante mamón hipócrita el orgullo es perder el miedo a besarse con una persona por primera vez o poder ir solo al baño. Si yo no digo un rato quiero decir quiero.