Por: Shaula Loaiza
Era una tarde lluviosa, de esas que a gritos te dicen no salgas de tu casa. El cielo era gris, caía a cántaros.
La ciudad de Morelia durante muchos años fue tranquila, el lugar perfecto para crecer, hasta que en el 2006 llegó a la presidencia Felipe Calderón y declaró una supuesta guerra contra el narcotráfico que trajo asesinatos, extorsiones y desapariciones forzadas; en resumen, sangre y daños colaterales.
De pronto fue cambiando el ideario de toda la ciudad, pero también de todo el país. Los espacios públicos dejaron de ser seguros. Ahora la gente originaria de lugares como Morelia empezaba a ser sometida a preguntas como: ¿y qué tal la seguridad allá?, ¿cómo se vive, sí se puede salir a la calle?
Después de 8 años viviendo en otra ciudad es la primera vez que veo más de cerca el cambio de un lugar como Morelia, tal vez porque he pasado más días continuos.
El miércoles pasado en el bar Manglar, a una cuadra de la calle principal de la ciudad, es decir, Francisco I. Madero, la gente convivía mientras se tomaba unas cervezas.
Estábamos sentados en la barra hablando de periodismo y programas aburridos de gente en común, cuando de pronto vimos que subían policías y la Guardia Nacional con armas largas apuntando a todos.
En ese momento el lugar enmudeció, cada mesa guardó silencio y por unos segundos los ahí presentes pensamos en nuestras vidas y nos preguntamos si esa noche podríamos regresar a nuestras casas. México tiene una cifra que supera las 40 mil personas desaparecidas en situaciones no esclarecidas, es decir, no resulta gratuito temer que un día de la nada no vuelvas a ver a tu familia.
Después de esos segundos no quedó más que guardar la calma e intentar estar lo más alerta posible ante cualquier situación que se presentara. Y es que, en una situación así todo podría pasar. Un enfrentamiento entre los agentes y los supuestos “malos” era una posibilidad. ¿Por dónde salir huyendo si las balas comenzaban a volar entre nosotros?
Un chico al fondo del bar barra cometió un movimiento que, podríamos llamar involuntario. Se levantó de su asiento. Casi al momento, uno de los elementos armados le apuntó y con la otra mano le dijo que no se moviera, inmediatamente comenzaron a intimidarlo. Lo cuestionaron sobre el coche que traía, él respondió que ninguno.
Enseguida comenzaron a interrogar a cada mesa con la misma pregunta. Cuando llegaron a la nuestra, fuimos los primeros en cuestionar, gajes del oficio. Preguntamos qué sucedía, nos dijeron que tenían información sobre personas armadas en el lugar.
Después de un rato, sin obtener resultados obvios, los elementos armados salieron del lugar. Después de unos 5 o 10 minutos volvieron y se llevaron a un hombre y una mujer que no opusieron resistencia, luego volvieron por sus acompañantes. Su mesa quedó abandonada junto a las cervezas que les acababan de llevar. El mesero manifestó su preocupación por saber quién le pagaría esa cuenta; también mencionó que la policía y la Guardia Nacional llegaron y le preguntaron (apuntando con sus armas largas) si podían entrar al lugar a hacer una revisión, a lo cual no pudo resistirse.
Minutos después las dos personas que detuvieron al último regresaron, hicieron unas llamadas y pidieron sus cervezas (que al regresar pagaron) en unos ominosos vasos de plástico. Los elementos de la policía regresaron e hicieron una inspección que habría indignado a cualquier madre mexicana. Absurda.
La indignación corrió por algunas mesas, la incredulidad también. Un señor fue la voz de varios de los presentes. Cuestionó el “operativo”, dijo sentirse agraviado, estar conviviendo tranquilamente y la necesidad de una orden para que corporaciones como la Guardia Nacional entren en propiedad privada.
Ante un hecho como este quedan sólo preguntas, pero ninguna respuesta de las autoridades. ¿Será esta la forma de actuar de la Guardia Nacional? ¿Debemos normalizar este tipo de actos? ¿Es legal que entren los agentes a cualquier lugar y amedrenten a los presentes sin pruebas reales? Y la respuesta, estoy segura que es no.
¿Será que el presidente sabe de estos operativos? ¿Será que conoce realmente si esta nueva corporación de verdad está capacitada?
Me pregunto qué habría pasado si se hubiera desatado una balacera, qué habría sido de aquellos que solo fuimos para distraernos un rato. ¿Cuál habría sido la versión en los medios y qué debemos hacer los ciudadanos? ¿No salir más que para lo mínimo? De ser así, sería la respuesta ante la violencia no sólo de los delincuentes, sino de este tipo de corporaciones nacidas supuestamente para protegernos.
No, yo no voté por esto.
NOTAS RELACIONADAS