Este 10 de mayo es muy difícil para miles de mujeres en México. En vez de una comida, de una reunión familiar o de abrir algún regalo, estas madres de familia llevan años buscando a sus hijos desaparecidos y el Estado mexicano ha hecho muy poco para ayudarlas. Incluso, muchas de ellas denuncian que ese Estado es quien les quitó a sus hijos.
Es un viernes soleado en la ciudad de Morelia, pero a las 10 de la mañana el Colectivo de Familiares de Personas Detenidas Desaparecidas en México, “Alzando Voces” (Cofaddem) reúne a gente con el dolor incrustado, con la rabia contenida, pero con la esperanza intacta de encontrar a sus seres queridos, esos que un maldito día les fueron arrebatados.
No son muchos participantes, pero ello no significa que la tragedia sea menor, sino todo lo contrario. En esta misma semana se llevó a cabo la V Caravana de Búsqueda de Desaparecidos “Buscando Encontraremos”, donde desafortunadamente se localizaron 43 restos óseos en una fosa clandestina ubicada en un poblado de Aquila.
Uno pensaría que en estos casos tan dolorosos, lo menos que pueden encontrar esas madres desesperadas es la solidaridad de las personas. Pero no siempre pasa. Son las 10 de la mañana y unos minutos más, lo que llena de cólera a una reportera que exige puntualidad al acto. “Yo también tengo mamá y quiero verla, ¿a qué hora piensan empezar?”, grita, causando miradas de reprobación y una réplica de otra periodista: “No mames, tienen a sus hijos desaparecidos”, aduce, sólo que su colega lo que quiere es grabar cualquier cosa e irse.
Llegó el Ejército y Dani desapareció
Una de las manifestantes, Rebeca Alfaro, sospecha que miembros del Ejército Mexicano son los responsables de que Dani, su hijo, permanezca desaparecido desde 2014. Durante esos años de búsqueda nadie dentro del gobierno la ha auxiliado, si acaso, algunos soldados alguna vez le dijeron que sí, que lo ubicaban, pero que no tenían idea de dónde pueda estar.
Daniel tenía 21 años de edad y trabajaba como capacitador en el Conafe. Una mañana salió desde Uruapan a trabajar a la comunidad de Betania, pero ya nunca volvió. Desde entonces sus familiares lo han buscado por todas partes y lejos de recibir ayuda oficial, les llegan amenazas. “La única visita que he recibido en mi casa fue de militares, quienes me querían obligar a deslindarlos sobre la desaparición de mi hijo”.
Recuerda que hace varios años el Ejército llegó a ese pequeño pueblo donde a lo mucho hay 20 casas para quemar sembradíos de mariguana. Pero los soldados no solo eliminaron la droga, sino que se llevaron a habitantes sin órdenes de aprehensión. Los habitantes de ese pueblo le aseguraron que Dani estuvo entre los “levantados”, pero a ciencia cierta nadie lo puede probar y menos dar testimonios.
Aunque Daniel conocía toda la zona, esa fue la primera vez que visitó Betania, una comunidad en cuyos alrededores hay sembradíos y laboratorios de droga. Pese a ello, el chico se mostraba confiado, pues se trataba de poblaciones pequeñas “llenas de gente buena”, como alguna vez le dijo a su mamá.
“Precisamente el día que llegó el Ejército se perdió Dani; ¿coincidencia?”, se pregunta Rebeca, mientras hace lo imposible por contener el llanto. Luego contará que su otro hijo ha recibido amenazas anónimas: “Le dicen que ya deje de buscar o habrá represalias”.
No sin las familias
El contingente formado por madres, padres, hermanos y activistas camina lentamente de Acueducto rumbo al centro de la ciudad. Hacen una parada frente a la 21 Zona Militar y ahí leen un comunicado. Una de las mujeres toma el micrófono para exigir tres cosas elementales: búsqueda, verdad y justicia.
Y es que son años de búsqueda infructuosa, años de ir a una instancia a otra, de fiscalías, de instituciones y oficinas que nada resuelven. Solo piden que Estado, familias y organizaciones de la sociedad civil trabajen de la mano para buscar a más de 40 mil personas que permanecen desaparecidas en México, aunque el gobierno dé una cifra menor a los 30 mil. “Sin las familias no”, exigen y siguen su andar por la soleada Morelia, una caminata donde lo mismo vemos a adultos que niños, pequeños hermanos que a su corta edad ya pasan por semejante tragedia.
Se los llevaron en una camioneta
Otra de las madres manifestantes tiene a su hijo extraviado desde 2011. A él y a uno de sus amigos los secuestraron en una camioneta en una colonia de Morelia y nadie ha sabido de ellos desde entonces. “Eran tranquilos, no andaban en problemas, pero alguien se los llevó y no sabemos para qué, dónde los tienen o si continúan vivos”. Son ocho años de búsqueda, ocho años de no perder la esperanza pese a todas las adversidades. “¿Qué más hacemos? Nos toca buscar y buscar, no nos podemos rendir”.
Unión de colectivos
El Movimiento Por Nuestros Desaparecidos en México es un conglomerado de 35 colectivos que comenzó a tomar acciones en marzo de 2015. Uno de sus objetivos es incidir en materia legislativa para mejorar los mecanismos de búsqueda de desaparecidos, pero también comparten sus experiencias con personas que están pasando por la misma situación. Para conocer lo que hacen y saber cómo ayudarlos, visita su página oficial.
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