El Artista anónimo es el sexto largometraje de Klaus Härö y ya se encuentra en cartelera comercial
Aki Kaurismaki es la figura indiscutible de la cinematografía finlandesa actual, pero detrás de él viene una generación de cineastas que, con mayor o menor fortuna, buscan posicionarse en el panorama mundial. Entre estos últimos destaca Klaus Härö, quien ha forjado una filmografía que no abusa de la simpleza pero que al mismo tiempo busca funcionar en términos comerciales. El artista anónimo (Tuntematon mestari, 2018), es el sexto largometraje que firma el director finés, que llega a la cartelera nacional de la mano de la distribuidora Alameda Films.
Después del éxito que supuso El último duelo (Miekkailija, 2015), cuya nominación a los Globos de Oro se tradujo en una mayor distribución internacional, se habló de que el finlandés dirigiría su primer proyecto en habla inglesa. Sin embargo, la filmación se postergó indefinidamente por problemas financieros y Härö decidió repetir con la guionista Anna Heinämaa, para continuar trabajando en su tierra natal mientras se abre nuevamente la posibilidad de emigrar.
El artista anónimo se ubica en Helsinki, cuenta la historia del septuagenario Olavi, un solitario comerciante de arte que sufre serios problemas financieros. La aparición en una subasta de un retrato sin firma, despierta el instinto del viejo mercader quien cree firmemente que la obra vale mucho más de lo que piden por ella. Decidido a hacer el último gran trato de su vida, Olavi no solo buscará hacerse con una valiosa obra de arte, sino que en el proceso podrá reencontrarse con su familia.
La obra en cuestión es una representación de Cristo sin firma. Se atribuye al pintor ruso-finlandés Iliá Repin, quien es conocido sobre todo por la obra “Iván el Terrible y su hijo” (1885), lienzo que actualmente se encuentra en la galería Tretiakov de Moscú. El origen del pintor no es un tema menor. Härö ha mostrado a lo largo de su filmografía poca simpatía hacia los rusos, ya sea como causantes de la evacuación de niños finlandeses a Suecia durante la Segunda Guerra Mundial en Adiós mamá (Äideistä parhain, 2005), o como acosadores de un maestro de esgrima estonio en la ya mencionada, El último duelo.
Pero el comercio de arte es solo un vehículo para el tema principal del filme. Es la búsqueda de una última oportunidad para enmendar los errores del pasado. Y es que Olavi ha pasado su vida dedicado al trabajo, dejando de lado a su única hija, ahora cuarentona divorciada a cargo de un adolescente problemático. La búsqueda de la pintura lo llevará a la quiebra y la posterior pérdida de su tienda, pero al mismo tiempo lo ayudará a crear un nuevo vínculo con su familia.
Es claro que lo de Klaus Härö no es el cine revolucionario e innovador, sin embargo tampoco cae en la vulgaridad total. Se sitúa en un reconfortante punto medio, lo que le permite ofrecer una elegante película de entretenimiento con cierto tono intimista que recuerda el estilo de los actuales cineastas de Europa del Este. Un poco menos de publicidad por emplazamiento no le hubiera venido mal, pero al final, la cinta es lo suficientemente sólida para sumarse a los buenos títulos de la consistente filmografía del cineasta finlandés.