Haré una declaración apresurada: los mexicanos son grandes caudillistas. O debería decir “somos”. Porque sin duda me incluyo entre los que nos gustan las historias de héroes solitarios que llegan a rescatar a un pueblo. Pero en la realidad eso pasa muy pocas veces, pues o el peso de la verdad nos deja ver que aquellos héroes son inventados, o bien, en el mejor de los casos exagerados. Hablo de personajes filtrados y purificados hasta que les construimos una reputación cristalina.
No debe sorprender entonces que la trampa de la nostalgia sea un agujero en el que caemos a cada rato. Pondré el caso de José Vasconcelos, aquel hombre interesado por la cultura que creó la SEP en un esfuerzo superhumano para llevar educación a todos los rincones del país. Aquel que le declaró la guerra al analfabetismo y que llegó a decir que la educación debía ser práctica y ayudar al desarrollo económico.
Frases de este intelectual sobrarán como ocurre con aquellos que dedicaron su vida a las letras, por ejemplo, “sólo el espíritu puro conoce la alegría”, o bien “La duda es la fiel servidora del sentido común”. Sin duda son frases potentes que nos hablan de un México científico, académico, educable.
Pero hay otras frases que debieron advertirnos que algo no iba muy bien con este personaje, hablo de la famosa frase que encontramos en el escudo de la UNAM: “Por mi raza hablará mi espíritu”. Una perfecta bandera roja donde se nota el pensamiento eugenésico de Vasconcelos. Ahora contextualizo.
Te puede interesar:
¿Por qué es tan jodido cambiar de opinión?
En 1883, el primo de Darwin, Francis Galton, tuvo una interpretación algo curiosa del libro El origen de las especies (1853). Consideró que las virtudes o ventajas biológicas se encontraban en las familias. De esta forma recuperó las ideas griegas sobre el tema y creó el término eugenesia, es decir, el bien nacer. Luego escribió Hereditary genius y afirmaba que las mentes brillantes vienen de familias brillantes también. El argumento parecía sólido e incluso se aceptó entre científicos de la época, en su mayoría positivistas.
La idea de buscar una raza superior se popularizó tanto que incluso llevó a medidas extremas, pues no solo se buscaba evitar el mestizaje, sino prohibir los derechos reproductivos de personas no pertenecientes a grupos raciales privilegiados. Lo cual explica las locuras de Cesare Lombroso sobre la herencia criminal.
Volviendo a nuestro héroe, José Vasconcelos estaba muy influenciado por positivistas mexicanos como Justo Sierra. Por ejemplo, en La raza cósmica (1925) podemos encontrar fragmentos como el siguiente:
Ocurrirá algunas veces, y ha ocurrido ya, en efecto, que la competencia económica nos obligue a cerrar nuestras puertas, tal como lo hace el sajón, a una desmedida irrupción de orientales. Pero al proceder de esta suerte, nosotros no obedecemos más que a razones de orden económico; reconocemos que no es justo que pueblos como el chino, que bajo el santo consejo de la moral confuciana se multiplican como los ratones, vengan a degradar la condición humana, justamente en los instantes en que comenzamos a comprender que la inteligencia sirve para refrenar y regular bajos instintos zoológicos, contrarios a un concepto verdaderamente religioso de la vida. (pág. 29).
También lee:
¿Qué es lo que nos causa tanta risa?
Se puede entender con el texto completo cómo la eugenesia propuesta por Vasconcelos va más allá de la mezcla física (aunque se detiene bastante en ella…) para la creación de una nueva raza que reúna varias culturas hispánicas que serán superiores al resto de razas.
Habrá entonces quien defienda al fundador de la SEP bajo el argumento de que el término “raza” se encamina hacia lo metafísico y no a lo biológico, sin embargo, ante esto se puede decir que utilizar el concepto de “raza” sigue siendo separatista, y ante la menor provocación, discriminatorio.
Si bien escogí a Vasconcelos para este texto, no lo hice con intención de una funa postmortem, sino como ejemplo de la cúspide de la intelectualidad de una época confusa, pero en realidad estas ideas eugénicas estaban en constante desarrollo. Tal es el caso del también exsecretario de educación, José Manuel Piug, quien llegó a afirmar que México será más amado y respetado, cuando toda su población esté constituida por una masa más homogénea y más armónica de como está formada ahora.
Aunque las intenciones de Piug pudieran estar encaminadas más hacia evitar enfermedades hereditarias que a situaciones raciales, lo cierto es que contribuyeron para la creación de la Sociedad Eugenésica de México en 1931.
Sí, Vasconcelos proponía la eugenesia para el progreso mexicano, pero no debemos olvidar cómo en nuestra historia otros han intentado “buscar el progreso” a partir de decisiones autoritarias y violatorias de los derechos más fundamentales. Por ejemplo, que en México solo se permitiese la religión católica, o mucho más reciente, que la lengua oficial de nuestro país fuese el español.
¿Bueno y ahora?
La enseñanza que nos deja el fundador de la SEP, sobre este tema, es que ya no somos ese país eugenésico ni racista, ¿verdad?… ¡¿verdad?!
Temo desilusionarnos, pero los actos de racismo por cuestión de etnia, o bien raza, como suele decirse, son vastos en la actualidad. A título personal, recuerdo cómo en la universidad, cuando charlábamos con compañeros entre clases, siempre había quienes decían “los negros no pueden nadar por culpa de sus huesos, pero para lo que sí son buenos son para el atletismo”, o bien “en México no hay negros, solo morenos”, este tipo de comentarios, que no se limitaban a una etnia, sino a todas aquellas que no encajaran en el común de mestizos mexicanos que íbamos en la escuela, quizá no tenían la intención maligna de dañar a otros compañeros o incluso a maestros, pero se basaban en profundos prejuicios. Nadie se cuestionaba por qué creíamos eso, tampoco nos preguntábamos si era cierto que una persona de piel oscura no necesitaba usar bloqueador solar.
La idea de distinción racial ha existido por mucho tiempo, infiltrada en lo más profundo de nuestros pensamientos (¿ustedes también se preguntaron por qué en Nuevo Orden todos los ricos son blancos y todos los pobres son morenos?).
Para contradecir estos prejuicios, solo tendríamos que asomarnos un poco a los recientes juegos olímpicos, donde Simone Manuelle, nadadora afroamericana ganó dos medallas de plata en natación, o bien de Cullen Jones, que en 2008 ganó una medalla de oro en Pekín. En realidad, como explicó en una presentación para la BBC el genetista Adam Rutherford, la genética que hay tras los éxitos en el deporte son tan complejos que van más allá de un factor racial.
La historia del racismo en México sigue, quizá con mecanismos más sofisticados, pero sigue. Por ejemplo, en la Encuesta nacional de discriminación 2022 el INEGI reportó que, de la población afrodescendiente encuestada, de 12 años en adelante, el 35.6 % dijo que fue víctima de discriminación el último año. De ellos el 18.7 % mencionó que la razón fue su tono de piel, a esto se suman la estatura, el peso y demás situaciones solo corregibles con la eugenesia (?).
Situación que también ocurrió en la población indígena de 12 años en adelante. Un 28.0 % de ellos dijo haber sido víctima de discriminación el último año. Y así podríamos continuar por varias páginas más, pero me detengo aquí, porque ya llevo cuatro cuartillas, y porque yo solo quería escribir de Vasconcelos…
Fuentes
Cortés, F. V., & Salgado, J. E. L. (2011). Eugenesia: Un análisis histórico y una posible propuesta. Acta Bioethica, 17(2), 189-197. https://doi.org/10.4067/s1726-569×2011000200005
Vasconcelos, J. (1925). La raza cósmica. https://pensamientolatinoamericanounmdp.files.wordpress.com/2011/08/vasconcelos_razacosmica.pdf
González, K. R. (2021). Eugenesia y educación sexual en México: 1882-1934. Voces y Silencios Revista Latinoamericana de Educación, 12(1), 5-36. https://doi.org/10.18175/vys12.1.2021.1
Imagen de portada: Sujo 26