Por Rogelio Laguna
Con un nombre kilométrico, como la altura de las montañas, “Commonplace.Simulacro en súper solitario (lugar común). Mapa topográfico y escénico* para no escaladores”, la nueva producción de NUNA teatro concluyó a finales de 2013 su temporada en “locación” en las paredes de piedra volcánica del Estadio Olímpico Universitario de la Ciudad de México, y se toma un descanso para reiniciar actividades este 2014, aunque las fechas y espacios están por definirse.
“Commonplace”, bajo la dirección del multipremiado y joven director Gustavo Beltrán M., con el texto y actuación de Liliana Rojas acompañada de Gerardo del Razo y Jocelyn Chacón es una obra que utiliza las mayores virtudes del teatro experimental, la acción física y los espacios naturales para llevar al espectador toda la vitalidad del mundo de la escalada. Huye, sin embargo, como bien dijo en entrevista para este medio Gerardo del Razo, de los lugares comunes y las metáforas de superación personal que siempre aprovechan la imagen de escalar montañas para imponer modelos establecidos de vida. El propio texto de la obra reflexiona esta condición de lo común y la comunidad, Rojas escribe: “Ser un lugar común no es malo. Si no utilizaras los lugares comunes nadie te entendería. Porque todos vamos a los mismos lugares comunes, valgan los pleonasmos y redundancias. Ser común no es malo, mientras sea bueno”.
El texto de Liliana Rojas, egresada del Colegio de Teatro de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, narra a través de acciones y textos en ocasiones aforísticos, la historia paralela de dos jóvenes, un hombre y una mujer, interpretados por la propia Liliana y por Gerardo del Razo, acompañados por Jocelyn Chacon, que deciden, cada uno por su cuenta, comenzar a escalar. Lejos de querer emprender un camino al éxito y mostrar a los demás sus triunfos, ambos personajes parecen alejados en las montañas para huir de la monotonía de una vida sin rumbo, de la soledad e incluso para probarse su capacidad de seguir viviendo. Escalar, sin embargo, en sentido literal, es un deporte peligroso, en el que se puede perder la vida o salir malherido por un descuido, y para el cual sólo sabemos si estamos preparados cuando ya estamos a varios metros de altura. Una vez en las alturas seguiremos solos como cuando ascendimos y no es seguro ni está garantizado que encontremos a otros escaladores, que incluso pueden estar subiendo la misma montaña. Encuentro-desencuentro, son los ejes de los simulacros de ascenso que componen esta obra.
No es sin embargo una historia melancólica o triste, si bien no soslaya las dificultades y los miedos más humanos de los personajes, no deja de ser un texto construido con gran sentido del humor, acompañado de secuencias físicas realmente destacables interpretadas por los personajes, quienes suben y bajan escarpadas paredes, se transforman en distintos personajes y no dejan ninguna oportunidad para mostrar su buen entrenamiento y su conocimiento del mundo de la escalada, en el que se entrenaron intensivamente para la puesta en escena. “Tuvimos que relacionarnos mucho con todo el tema de la escaladarequería de principio entender que no era precisamente una dinámica de fuerzacomo de comprender el equilibrio resultante del cuerpo y la piedra”, nos comentó del Razo en entrevista. Además de lo anterior destacan la edición de sonido a cargo de Rubén Salinas en la sorprendente secuencia final.
Pocas semanas después de asistir a esta obra tuve la oportunidad de subir al volcán Paricutín en el estado mexicano de Michoacán, casi instintivamente le dije a mi acompañante las reglas de ascenso que Liliana Rojas establece para los personajes de su obra:
No te caigas.
Si te caes, grita.
Cuando grites, grita caigo.
Si caes vuelve a subir.