Es una costumbre en el Festival de Música de Morelia (FMM) recurrir a los recintos religiosos del centro de la ciudad. La noche del lunes, el Templo de San Diego volvió a ser sede del festival con la presentación del Cuarteto de Cuerdas de Bellas Artes con el clarinetista Manuel Hernández.
Ciertamente el horario de 8:30 de la noche parecía inusual para un concierto de inicio de semana. Pero desde una hora antes ya se observaba una fila de tamaño considerable en las afueras del lugar. Minutos antes del inicio del concierto, la directora del festival Verónica Bernal ofreció disculpas por lo que consideró un retraso en el programa. Explicó que debido a la celebración de San Diego, las personas encargadas del templo pidieron que se montara el templete hasta que terminara la misa de las 7. Aunque al final no hubo ningún problema, el concierto comenzó prácticamente a la hora establecida con un recinto prácticamente lleno.
El Cuarteto de Cuerdas de Bellas Artes se fundó en 2015 en una de las ciudades de mayor tradición musical del país, Xalapa. Conformado por Ilya Ivanov (violín y viola), Carlos Quijano (violín), Félix Alanís (viola y violín) y Manuel Cruz (violonchelo), el cuarteto puede presumir de haber tocado en los festivales más importantes del país.
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El programa se dividió en dos partes, arrancó con el Cuarteto de cuerdas no. 19 de Mozart. Uno de los más conocidos del genio de Salzburgo, una pieza que también se conoce como Cuarteto de las disonancias por los arreglos del primer movimiento que resultaban inusuales para las composiciones de la época.
Después de un brevísimo intermedio, el Cuarteto subió al estrado acompañado por el clarinetista Manuel Hernández para interpretar el Quinteto para clarinete de Johannes Brahms. La obra es de finales del siglo XIX, una de las pocas que se habían escrito hasta entonces para este tipo de conjunto.
Fueron apenas dos piezas para un concierto que avanzó con soltura en un escenario impresionante y saturado de incienso, en donde el Cuarteto de Cuerdas de Bellas Artes demostró su calidad ante el público, a pesar de que durante los primeros minutos se escuchaba de fondo el ruido machacón de una banda de guerra que ensayaba en la Plaza Jardín Morelos.
Martes 14 de noviembre
En este día las actividades comenzaron en el Templo de Las Rosas con un concierto denominado “Miniaturas para órgano”, interpretado por la maestra Nika Jonicenoka. La pianista, clavicenista y organista nacida en Letonia, pero afincada desde hace varios años en Morelia destaca no solo por su ejecución instrumental, sino también por su labor docente en el Conservatorio de Las Rosas.
Un concierto de órgano puede ser un desafío para el espectador inexperto. Colocado de espaldas al enorme instrumento en las alturas, los escuchas deben mantener la atención en una serie de sonidos que dirige un ejecutante que no pueden ver. Tal vez por ello no fueron pocos los que abandonaron el recinto conforme fue avanzando el programa y por lo tanto se perdieron de la parte más amigable del programa.
El recital estuvo impregnado por notas con sabor regional y temas de compositores michoacanos. Como muestra la adaptación de un cuarteto de cuerdas del maestro de Tuxpan, Paulino Paredes Pérez (1913-1957); el Minueto a Michoacán del pianista y compositor afincado en Morelia, Gerardo Cárdenas (1957) y no podían faltar dos sonatas de Miguel Bernal Jiménez. La noche cerró con Pirekuas de Michoacán, un homenaje a esta tierra con arreglos de la maestra Jonicenoka.
Miércoles 15 de noviembre
Noche de quincena y relativa calma donde se presentó el recital de voz y arpa a cargo del arpista Emmanuel Padilla y la soprano Lourdes Ambriz en el Templo de Las Rosas.
El recinto lució casi lleno con un público ávido de escuchar el sonido del arpa acompañado de la elegante voz de Lourdes Ambriz. La primera parte del programa estuvo integrada por Six romances pour voix et harpe, del compositor francés François Adrien Boïeldieu (1775-1834), quien fuera uno de los grandes compositores de ópera de su época y que alcanzó su máximo apogeo durante las etapas del Consulado y el Imperio franceses.
La segunda mitad del recital estuvo dedicada a los compositores mexicanos José Rolón y Arturo Vázquez. Se interpretaron dos piezas basadas en el poema Dibujos sobre un puerto, del escritor y diplomático tabasqueño José Gorostiza, aquel que fuera famoso por Muerte sin fin.
Dibujos sobre el puerto es un poema que habla sobre los sentimientos encontrados de una ciudad portuaria. Por una parte se mira el puerto como referente del amor y el hogar, un lugar al que se añora llegar. Por otro lado, el puerto es un punto de entrada a la inmensidad, la libertad y la exploración.
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Vázquez y Rolón compusieron en su momento sendas obras basadas en el mismo texto. Emmanuel Padilla y Lourdes Ambriz decidieron interpretarlos juntos, un ejercicio interesante para comparar las diferentes aproximaciones de los compositores hacia el mismo texto.
Rolón es el más grande compositor que ha dado Zapotlán el Grande, Jalisco, contemporáneo de Moncayo y Ponce. La obra tocada esta noche es una pieza para soprano y piano escrita en 1932 cuando daba clases de composición en el Conservatorio Nacional de Música. Mientras que la composición del sonorense Arturo Márquez (1950), refleja la tendencia del autor a reformular sonidos y estilos musicales mexicanos para incluirlos en sus obras.
El 35 FMM se acerca a su tramo final, pero todavía queda mucho que ver. Es importante seguir al tanto de la programación y las actividades complementarias que continuarán hasta el próximo domingo.