Cada cuatro años, habemos ciertos enajenados que le encargamos nuestro estado de ánimo a unos millonarios y excéntricos futbolistas. La alegría o frustración dependerá de un cabezazo, de una atajada, de un poste o de un penal que no era penal.
Es la época de los memes, de los tuitazos y de los enardecidos cibernautas que acusarán a la FIFA y a los rusos de tendernos cortinas de humo para tapar lo que nos están robando. Es el tiempo para culpar a un colombiano de otro fracaso nacional, o si sucede lo contrario, de adoptarlo como nuestro héroe, porque en tiempos de coincidencias electorales, vislumbramos a puros políticos que no meten un gol ni con la puerta totalmente abierta.
Bienvenidos sean a nuestro suplemento mundialista, donde un grupo de escritores se rotarán para abordar el misterio del balón, el truco del desborde, la crónica del ocaso, la narración de la victoria.
El futbol que siempre está empezando: lo que fue Rusia 2018
Lo importante es ganar, no competir
El mundial de los obreros calificados
La pasión según Faghani
Una de esas balas lo va a matar
Pasemos al análisis serio
Debe ser triste ser tan idiota y además hacerlo público
Si gana Rusia esto ya valdrá chetos
La estupidez humana
Hermosas doncellas; todas en fila
Jessy, quiero ser tu perro
Un tirito con Brasil
Cronología del desastre tricolor
No me tomo en serio ni siquiera a la vida misma
¿Viste cómo los acribillaron?
Rogelio, el primo de Keylor
Gary Lineker lo hace de nuevo… lean por favor
Lo que ya saben
Carta de un tanguero felicísimo
De grande quiero ser futbolista (¿o sicario?)
Postales mexicanas en Rusia 2018
Messi, sí o sí, y para sí
Portugal, España, México, la administración y los milagros
Lo que me interesa
México vs Alemania: ¿el preludio de un sueño?
La reforma de Low; la contrareforma de Osorio
Empezar el Mundial en pole position
Resistir, resistir
El día del padre no se olvida